"Para acabar con esta monarquía impuesta y antidemocrática - opina Tomás F. Ruiz - que sufre España, el pueblo español jamás podrá contar con sus “representantes democráticos” en el Parlamento: la Mesa del Congreso se
ha negado a investigar los presuntos robos y delitos fiscales cometidos por el ex rey de España, Juan Carlos I."
Ya está más que claro: para acabar con la monarquía impuesta y antidemocrática que sufre España, el pueblo español jamás podrá contar con sus “representantes democráticos” en el Parlamento: la Mesa del Congreso se ha negado a investigar los presuntos robos y delitos fiscales cometidos por el ex rey de España, Juan Carlos I.
De esta forma, silenciando la actividad delictiva del monarca, sus ilustrísimas señorías en las aún Cortes franquistas -es decir, los representantes del pueblo español que cobran suculentos honorarios por ocupar sus escaños-, se posicionan contra sus votantes y protegen abiertamente a los ladrones que, desde la casa real española, saquean el erario público.
Al igual que han hecho desde la corrupta Justicia española, nido de todo tipo de despreciables jueces y magistrados, el Parlamento español ha cerrado los ojos ante los desfalcos, estafas y delitos económicos de todo tipo cometidos por la monarquía, dándolos de esta forma como válidos.
Hacerlo en un momento en el que Europa entera está al tanto de la arrogante prepotencia con que el ladronzuelo rey de España escamotea su ingente fortuna, resulta, cuando menos, degradante y bochornoso para un país que niega lo que está ocurriendo en su propia casa.
Es como si la consentida clase política española, arrogante en sus falsos laureles, no leyera la prensa europea -tal y como hacía la clase política franquista- y se considerara aún una “Unidad de Destino en lo Universal” a la que no afecta lo que piensen de ella sus países vecinos.
Pero sus señorías, los señores diputados que, gracias a nuestros votos ocupan sus escaños en el Congreso, no parecen tampoco sentir la vergüenza de actuar como cómplices y sicarios del presunto delincuente Juan Carlos I de España.
Después de este aberrante posicionamiento a favor del crimen y el latrocinio, ni yo ni nadie de este país debería volver a las urnas a votar a unos representantes prostituidos como los que ahora llenan esa Cueva de Alí Babá en que han convertido el Parlamento.
La abstención en las próximas elecciones resultaría demoledora para toda está banda de cómplices diputados que ante cada nueva elección se esfuerzan en engañarnos con todo tipo de promesas, pero que cuando se sientan en sus escaños traicionan sin ningún pudor a sus votantes.
Imaginemos que en los próximos comicios la participación no llegara ni al 50 por ciento del electorado… ¿No quedaría entonces claro que a quién Sus Señorías representan no es al pueblo español, sino todo lo contrario: a su sátrapa, delincuente e ilegítimo rey Emérito?
Gracias a canarias-semanal.org
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PD:
¿Cuanto terror y miedo debieron inflingirle al pueblo español como para que, ante ésta innaudita y abominable situación, el "Par-lamento" que "representa" a ese pueblo se niegue a investigar -!sólo a investigar!- al llamado 'rey emerito'?
(¡¡¡Esto es inimaginable
en cualquier país del mundo!!!)
Pero hay un coherente y obvio raison d'etre para ello: de la misma manera que su Jefe, el impune Genocida, tampoco nunca pudo ser investigado por ningúno de sus múltiples robos y crímienes. Si.
La coherencia sigue mandado
en la FRANCOCRACIA.
¿Hasta cuándo?
No creemos que la posible solución sea la que propone el autor del artículo: la de no acudir a las urnas. Esto les importa un rábano frito
porque tienen asegurada esa asistencia
en la suficiente proporción como para poder seguir montando el mismo espectaculo.
La respuesta tiene y debe de venir por la adquisición y desarrollo de una conciencia de la CRASA INDIGNIDAD COLECTIVA
EN LA QUE VIVE EL PUEBLO ESPAÑOL
para que ello pueda derivar, dialécticamente,
en una ruptura con los que triunfaron en el Golpe de Estado de 1936.
...A ver quíen le pone los cascabeles al gato,
se dirá, y estamos de acuerdo, pero ello conduciría, primero, a encontrar al gato...
después ya veríamos cómo ponerle los cascabeles.
NO HAY OTRA
Y tenemos una línea límite:
EL PROXIMO JEFE DE ESTADO
TIENE QUE SER ELEGIDO POR EL PUEBLO.
¿Será pedir demasiado?