Si no conoce el mundo dónde vives,
¿cómo te vas a conocer a ti mismo?
Juan Carmona,
viejo minero de Río Tinto
Hay que conocer como está hecho el nudo
para poderlo desatar
Aristóteles
Ángeles Maestro siempre me hace pensar.
Me he quedado devanando su exposición en la anterior página de ésta bitácora dónde, Angeles (Manuel Blanco Chivite no me interesa), con la claridad y contundencia que proporciona el convencimiento de su coherente razón analítica, llama a la lucha al desenmascar y denunciar a un sistema, el capitalista, cuyo único raison d'etre es el robo, el robo legalizado, y, claro, las guerras y los conflictos, pues sin ellos no se puede extraer ningún botín, claro que también hay otro botín: el de la paz, cuando la plantación de algodón funciona sin conflitos.
(Como pongo en la entrada de mi bitácora:
)
Y en ésto nos parece que Maestro es una científica, una científica que, aparte del análisis objetivo del tema a tratar, tiene que movilizar a las gentes y llamarla a la lucha. Aquí ella es lo mismo que el famoso mister Ford cuándo dijo que si las gentes supieran realmente como funciona la economía y la banca, se echaban mañana a las calles con la revolución.
(Los capitalistas son muy conscientes de la colosal jodienda que producen entre las gentes; en ésto tienen perfecta conciencia de clase y política. Lo aprendieron de Karl Marx)
Porque, claro, lo que el billonario yanqui no agreró, ni pudo agregar, es que las gentes no se echarían a las calles con el sólo per se del hecho de enterarse de como trabaja la economía que hace posible sus vidas, sino al descubrir en ello lo flagrantemente que somos robados y estafados; ésto si que echa a las calles.
El propósito de Angeles Maestros es ese: echarnos a las calles, hacernos ver como opera el réimen para, al verlo, al aprehenderlo en sus elementos objetivos, al detectarlo y darnos cuenta de que somos sus víctimas, nos tiremos a ellas...
Pero hay muchas clases de calles.
Hay calles, afuera, en la ciudad.
Y hay calles dentro de nuestra ciudad interior.
Pero antes de salir a las de afuera tenemos que recorrer las internas porque es aquí dónde empieza la revolución, su alfa.
(Angeles Maestro es una maestra, pero es precisamente con los maestros con los que tenemos que ser criticos para demostrarnos a nosotros mismos que estamos aprendiendo de ellos)
Lo titulo el símbolo del itsmo
Veamos.
La metáfora es simple pero no tengo otra:
En el continente están los poderosos, los jodedores, en la península los padecientes, los jodidos.
Pero no es un maniqueísmo o una dualidad cuyos miembros están separados, no: ese continente y esa península están unidos por un itsmo, un itsmo simbiótico
Este itsmo simbiótico mediante el cual los ciudadanos de la península quieren y desesan lo que promete el continente y lo cual podrían tener si entrasen en él: el bíblico "si coméis de éste fruto seréis como dios", (si teneis esto o aquello gozareis más de la vida --el homo consumens--), esta ausente en Maesto. Y es que las gentes quieren lo que tienen sus opresores, y, en éste sentido, ser como ellos, su poder, sus cosas y cacharros. En monencalatura abstracta: si A quiere ser B no va a luchar contra B
Y lo entendemos: ella no puede cartografiar ese itsmo porque ello sería restarles fuerzas a la necesaria lucha que es su propósito final.
Claro que Maestro no puede decir que la obstrucción principal que existe para que se lleve plenamente esa lucha a cabo es el hecho de que gran parte de las gentes desea poseer lo que tienen los mismos que los desposeen a ellos, porque el axiológico virus capitalista ha tenido éxito en cuánto que ha logrado sustituir el verbo ser por el verbo tener, y ésto es una gran pandemia de per se que se ve por doquier en todas las capas sociales, respetando, claro está, a los moribundos del hambre de Victor Jara y los que viven con 300 euros al mes, porque a todos ellos esta elucubraciones les importa un pepino frito.
Y volviendo a eso de que el alfa de las lucha comienza cuando salimos a nuestras calles interiores, esto tampoco lo toca Maestro.
Y lo entendemos, pero solo tácticamente, porque en verdad debería alertarnos sobre éste fundamental punto, es decir, la lucha, la revolución, es un continuum en nuestra relaciones con el mundo, con los otros, con nosotros mismos, y su campo de batalla es cada hora del día.
Y aquí entra Gramsci (que también lo acarreo en los camarotes de esta bitácora): decir la verdar es un acto revolucionario, de lucha.
¿Sirve para algo decirla?
Si; de lo contario no se molestaría nadie.