En la final de 1940 de la Copa del Generalísimo,
hoy Copa del Rey,
sonó el mismo himno que hoy
se escuchó en el estadio Vicente Calderon
de Madrid entre el Barcelona y el Sevilla.
Hoy domingo, sí, hubieron otros ritos,
pero el relevo generacional
de su Excelencia a Su Majestad,
se sintió lo mismo.
En el mismo estadio.
En el mismo circo.
En la misma aglomeración
de hombre-masa --orteguiano--
que todos camuflamos en nosotros mismos.
Hoy perdí las esperanzas que tan fragiles enclavamos
en los meandros de nuestros caminos
al presenciar el trayecto que va
de la Copa de su Excelencia el Generalisimo
a la Copa de su Majestad el Rey
que ahora lo sustituye
como si siguieramos atados al mismo destino.
Todo empezó con Franco.
Y aqui continuamos en el mismo estadio,
en el mismo circo,
con el mismo himno,
como si la historia se hubiese congelado
en las mismas copas,
en los mismos títulos,
en los mismos gritos...
Hoy perdí las esperanzas
que hilvanamos para no hundirnos...
¿Qué es el hombre?
¿Qué es la Historia?
¿Qué es lo que conseguimos?
¿Para qué caemos si el timón
está con éste rumbo fijo
dónde las copas
se pasan de manos en manos
sin cambiar en esencia
ni Sus Majestades ni sus Generalísimos?