"El Gobierno de España ha recibido con profundo pesar la noticia del fallecimiento de Su Majestad el Rey Abdallah bin Abdulaziz Al Saud de Arabia Saudí, Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas del Islam, y traslada sus condolencias al pueblo de Arabia Saudí y a toda la familia real.
El Rey Abdallah fue un estadista que mostró su gran capacidad de liderazgo en la conducción del gobierno y promoción de reformas paulatinas en su país, y fue una figura respetada en toda la región de Oriente Próximo por su voluntad de contribuir a superar los conflictos. Como muestra, cabe recordar que fue el inspirador de la Iniciativa árabe de Paz aprobada por la Cumbre de la Liga de Estados Árabes en Beirut, en 2002.
Durante su largo y fructífero reinado, Arabia Saudí se ha consolidado como un socio fiable de España en todos los ámbitos. Las relaciones fraternales entre ambos reinos, reflejo de las que felizmente existen entre ambas familias reales, han alcanzado una intensidad nunca antes igualada.
El gobierno de España saluda a Su Majestad el Rey Salman Bin Abdulaziz Al-Saud y le trasmite sus mejores deseos de éxito en su reinado que ahora comienza, en la seguridad de que ambos gobiernos continuarán profundizando la excelente relación entre los Reinos de España y Arabia Saudí."
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Como iformación adicional diremos que Don Juan Carlos de Borbón nunca le dijo al rey fallecido,
"Por qué no te callas !"
El difunto rey saudí siempre sintió que con Don Juan Carlos de Borbón podía hablar todo lo que quisiera, sin restricciones ni cortapisas.
Una de las multiples razones del buen entendimiento entre las dos familias reales fue que por cada barril de petróleo que llegaba a España procedente de Arabia Saudí, Don Juan Carlos de Borbón recibía --y recibe, ahora se lo divide con el hijo-- un jugoso tanto por cierto y, naturalmente, mandar a callar a un barril en éstas circunstancias hubiese sido de mala educación, claro.
Con Hugo Chavez, naturalmente, fue distinto porque no dejaba hablar al pobre Zapatero que, tratanto de remendar unos zapatos viejos que ya no servían para nada, Hugo Chavez --ya en la otra orilla de los Prometeos, al otro lado de los barriles de petróleo--, lo interrumpía, hasta que Don Juan Carlos, herido en su dignidad, no tuvo más remedio que mandarlo a callar.
y que han alcanzado una intensidad
nunca igualada.