Los Derechos Humanos
son muy curiosos e interesantes,
pero mucho más quíenes los joroban,
porque son éstos los corcovados,
los chepados y los gibados,
los que, precisamente,
los han establecidos.
Es una gran paradoja
--como tantas otras--
que pasa desapercibida
y es también una gran tragedia
el hecho de que los derechos humanos
terminemos encerrados y neutralizados
dentro, precisamente,
de la misma joroba
que queremos combatir.
Y encima de ello,
para pitorreo y frustración,
desde nuestro encierro e impotencia,
desde la futilidad
de nuestra lucha ahogada,
le tenemos que oír decir
al que nos joroba:
"Que se joroben..."
Es muy duro.