Saturday, December 1, 2012
ESTOY DE ROBINSON CRUSOE
Mi casa y mis cabras
Estoy, en el 'senium' de mi vida,
de Robinson Crusoe,
y ya sólo estoy acostumbrado
a las cabras de mi isla.
(No podría ya tener
una existencia distinta)
Por eso, si un Barco de los Locos
--así los llamo yo-- llega a los arrecifes
y una barcaza se acerca con marineros a bordo,
hacia la montaña con mis cabras corro y corro...
(Las cabras, detrás de mí,
parecen tener el mismo propósito)
No quiero que me atrapen
para llevarme a su Babel del Becerro de Oro.
Ya me sé todos los cuentos y trucos
con los que se engañan los unos a los otros.
Tengo unos anteojos que salve del naufragio
y miro desde lejos a esperar que se vayan.
Y cuándo no pasa nada y la cosa esta tranquila,
parte del día vigilo en las playas
por si llegan por una ensenada escondida.
A veces, cuándo se encuentran con mi casa,
gritan si hay alguíen en la isla.
Y me descompongo.
Tengo miedo de que me descubran
y me lleven con ellos
al malestar de su civilización
que ya no me interesa
...es más: me dá risa.
El deber de todo ser humano
es el de auto-liberarse en vida,
el de salir de éste absurdo 'Theatrum mundi'
que define sin antes definirse a sí mismo,
y alcanzar con ello esa autenticidad heideggeriana
de que, si somos un ser para la muerte,
mejor es ser libres y elegir nuestro propio camino.
Yo ya elegí el mio:
Robinson Crusoe,
lejos del mundanal ruido,
ese manicomio humano
que, con su "progreso",
se está destruyéndo a sí mismo.
Por eso, si un Barco de los Locos
--así los llamo yo-- llega a los arrecifes
y una barcaza se acerca con marineros a bordo,
hacia la montaña con mis cabras corro y corro...
Hasta ahora he tenido suerte en mis huídas,
y espero tenerla hasta mi último día,
pero siempre hay que mantenerse alerta y de vigía
porque parece ser que no les gusta
cuándo alguíen se les safa de la Trampa
en la que ellos mismos tejen sus falsas premisas.
Hoy no hay moros en la costa
y la armonía y la paz bucólica
reinan en toda la isla.
Mis cabras retozan
comiendo y rumiando...
y yo trabajo, en Nirvana,
en la cotidianidad de mis sinfonias.
Al final conseguí mi sueño:
ser Robinson Crusoe
en el 'senium' de mi vida...
Estoy, en el 'senium' de mi vida,
de Robinson Crusoe,
y ya sólo estoy acostumbrado
a las cabras de mi isla.
(No podría ya tener
una existencia distinta)
Por eso, si un Barco de los Locos
--así los llamo yo-- llega a los arrecifes
y una barcaza se acerca con marineros a bordo,
hacia la montaña con mis cabras corro y corro...
(Las cabras, detrás de mí,
parecen tener el mismo propósito)
No quiero que me atrapen
para llevarme a su Babel del Becerro de Oro.
Ya me sé todos los cuentos y trucos
con los que se engañan los unos a los otros.
Tengo unos anteojos que salve del naufragio
y miro desde lejos a esperar que se vayan.
Y cuándo no pasa nada y la cosa esta tranquila,
parte del día vigilo en las playas
por si llegan por una ensenada escondida.
A veces, cuándo se encuentran con mi casa,
gritan si hay alguíen en la isla.
Y me descompongo.
Tengo miedo de que me descubran
y me lleven con ellos
al malestar de su civilización
que ya no me interesa
...es más: me dá risa.
El deber de todo ser humano
es el de auto-liberarse en vida,
el de salir de éste absurdo 'Theatrum mundi'
que define sin antes definirse a sí mismo,
y alcanzar con ello esa autenticidad heideggeriana
de que, si somos un ser para la muerte,
mejor es ser libres y elegir nuestro propio camino.
Yo ya elegí el mio:
Robinson Crusoe,
lejos del mundanal ruido,
ese manicomio humano
que, con su "progreso",
se está destruyéndo a sí mismo.
Por eso, si un Barco de los Locos
--así los llamo yo-- llega a los arrecifes
y una barcaza se acerca con marineros a bordo,
hacia la montaña con mis cabras corro y corro...
Hasta ahora he tenido suerte en mis huídas,
y espero tenerla hasta mi último día,
pero siempre hay que mantenerse alerta y de vigía
porque parece ser que no les gusta
cuándo alguíen se les safa de la Trampa
en la que ellos mismos tejen sus falsas premisas.
Hoy no hay moros en la costa
y la armonía y la paz bucólica
reinan en toda la isla.
Mis cabras retozan
comiendo y rumiando...
y yo trabajo, en Nirvana,
en la cotidianidad de mis sinfonias.
Al final conseguí mi sueño:
ser Robinson Crusoe
en el 'senium' de mi vida...
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