Vengo de pasear al perro junto al mar.
No tenemos que llevarlo sujeto por ningúna correa
porque no se escapará, y si se aleja,
siempre vuelve, es una fiel compañero
que nunca nos dejará.
El perro de la soledad es el mejor amigo del hombre,
y, aúnque domesticado,
seguimos supeditado a él...y hay que sacarlo
para que orine, defeque, husmee, e, incluso,
si queremos fortificarle sus instintos de cazador,
le podemos tirar una pelotita para que nos la traíga
de vuelta como si fuese una presa
con la que se ganará la confianza de su amo.
(La soledad siempre termina ganando nuestra confianza)
Yo a veces le tiro la pelota gorda de mis recuerdos,
mis deseos, mis palomas blancas
que ya no pueden volar,
pero él las sabe aventar al viento
cuándo las suelto de su palomar
...y entónces si que revolotean sin parar;
y juega con ellas;
después regresan cansadas
y las vuelvo a encerrar.
Porque todos somos amos, propietarios,
de alguna soledad,
de algún perro que tenemos
que sacarlo a pasear,
de algo que hay que mecer, acunar,
de día o de noche, dá igual.
Al mío le gusta mucho el mar,
correr por la playa, saltar,
perseguir cualquier eclípse,
ladrar,
entrar en las olas,
nadar...
Sobre todo le gusta salir en la noche,
la luna, las estrellas, el arcano mar,
las olas rompiendo canciones blancas
que parecen llamar,
la oscuridad,
la mitad de la humanidad durmiendo,
sin molestar,
la mitad de la locura descansando,
sin perturbar;
la noche y el mar:
lo que salva a la humanidad
...le encanta a mi perro,
y a mi también, la verdad.
Hoy ha sido distinto.
Hoy hemos estado tristes,
melancólicos, los dos.
Hemos salido de noche,
como de costumbre,
a pasear,
pero no hemos bajado a la playa.
Nos hemos quedado sentados en un banco,
en silencio,
sin hablar;
él, con sus orejas caídas,
parecía meditar,
yo, mirando la negrura en lontananza,
absorvido en unas luces de barcos lejanos
como si me aguardaran para llevarme
a lugares de dónde no se puede regresar,
él, no sé, es difícil adivinarle al perro de la soledad
dónde está, de dónde viene, adónde va.
El es también viejo, como yo,
hemos vivido y envejecido juntos;
somos inseparables.
Y nos conocemos muy bien.
Pero hoy hemos estado tristes los dos.
Cada cúal en su jaula, en su cápsula,
soñando escapadas que nunca llegaran,
laberintos sin salidas,
lagos sin desembocar,
inercia inamovible del prisionero
sísifico de la cotidianidad
dónde se columpian las contradicciones y cerrojos
de los que no nos podemos librar.
Lo he mirado.
Y él a mi también.
Y no he sabido
quíen ha sacado a quíen a pasear,
si él a mi o yo a él.
¿Nos saca a pasear la soledad o nosotros a ella?
En silencio hemos vuelto a casa
sin saber responder a la pregunta
que en la noche quedó tallada.
recipiente urbano de altas murallas,
a mis pies durmiendo el perro,
"sum ergo cogito",
le doy vueltas al manubrio del pensar:
Jesucristo también sacaba a pasear
el perro de la soledad.
Si no no hubíese dicho
ésta frase tan Tremendamente Profunda:
(Que asusta, claro está,)
Nadie ha dicho tanto
con tan pocas palabras.
Es el retrato mas gradioso y definitorio
que jamás se haya hecho de la Humanidad,
de éste autollamado "homo sapiens",
que, cuánto más "progresa",
Más Sólo Está:
'Solus Ipse', Majestad.
Y Jesucristo sabía ésta gran verdad
que, por todos los medios,
siempre, inútilmente,
tratamos de taponar. (1)
Cristo paseó el perro de la soledad
hasta que comenzó
su vida pública para predicar
contra la Injusticia,
que es la forma por antonomasia de la soledad
Fue un día transcendental.
Me lo puedo imaginar.
Fue el día que superó
el cansancio que el mundo dá,
y se dirigió con el perro de su soledad
al lago de Galilea,
que es otro mar.
(Yo he estado allí,
y lo puedo asegurar,
que olí la soledad de Cristo
antes de empezar a predicar)
Fue un día transcendental,
cuándo, junto al mar de Galilea,
soltó al perro de su soledad
dejándolo en libertad,
--pero eso sólo lo hacen los Redentores
que nos vienen a emancipar--
Después, allí mismo,
elijió a sus apóstoles,
a los propagadores de la verdad,
conquistado ya ese 'Solus Ipse'
que acarreamos los humanos
desde la cuna hasta el momento final
...después de haber sacado a pasear,
toda la vida, por el mismo mar,
al perro eterno de nuestra soledad...
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