Cuatro y media de la mañana.
Nos levantamos de la cama,
ese regazo maternal
de descansos eternosy oníricas donde se juntan
las separadas orillas.
La madrugada profunda
duerme la locura
como si en la noche oscura
se curaran todas las heridas:
la vida y la muerte,
estáticas, van juntas,
el mismo lecho,
la misma cornisa.
Silencio lorquiano
de postigos abiertos:
Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.
La situación existencial del hombre
en la vida es siempre metafísica,
es siempre de desorientación,
un timón suelto,
zig-zag-eante,
que nos exige,
de contínuo,
orientar el barco.
Y decimos con Ortega y Gasset:
"La Metafísica consiste en que el hombre
busca una orientación radical a su situación...
Pero nuestra definición presupone
una desorientación total, radical;
es decir, no que al hombre
le acontezca desorientarse,
perderse en su vida, sino que,
por lo visto, la situación del hombre,
es desorientación, es estar perdido,
y por eso existe la Metafísica"
(Lo que pasa es que en el Marketing actual
hay que mantenerlo orientado
para que con-suma o con-resta
--el producto es el mismo-- en el consumismo
--o también en el hambre y el oprobio
que asola lo que vemos derretido--
Por eso hoy la Metafísica
esta en las cavernas del olvido)
Érase una vez
un barco de papel
perdió;
érase una vez
un hombre de cartón herío;
érase una vez
una playa sin mar
sin niños;
érase una vez
que me mire al espejo
hundío...
A las cuatro y media de la mañana
se entiende mejor la situación...
Pasa por la pantalla un pequeñísimo bicho
de dos milímetros que recorre las letras
que escribo como si las tratara de descifrar.
¿Irá también desorientado
queriendo hallar su camino
o esto sólo nos pasa a nosotros?
Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado
que pasa y se aleja
como si nadie lo llamara...
¿Se habrá enterado
ese barco de papel perdió
que, al igua que nosotros,
vamos como ese bicho
queriendo entender
lo que escribimos?
Ahora, sorprea,
a esa criatura de dos milímetros,
de pronto,
le han salido alas
y vuela sin estar perdió...
¿Tendremos nosotros
que encontrar nuestras alas
para hallarnos
en nuestros vacíos?