Callejón de la Luna
dónde se quebraron las ramas
de aquel árbol
que plantamos un día
cuándo el silencio y la lucha
bordaban una luz
que en la noche resplandecía.
para sembrar
y recoger los frutos
que se nos prometían.
Eran otros tiempos,
era otra la música
la que desbordaba
los pentagramas
que se sentían,
¿recuerdas?
Por la puerta
entraban y salían,
como libélulas escondidas,
el pan y el espíritu
que nos mantenían,
y a aquel callejón abierto
que dibujaba nuestras vidas,
que raro,
solo llegaba la luna,
siempre la noche,
siempre la luna...