Hombre, está bien, pero no entendemos
cómo es posible que se haya olvidado
el Rostro del JEFE de todos esos Rostros.
(¿Será porque la Historia la escriben los Jefes)
Ramón Sender lo llamaba el Paquete Ferrolano.
León Felipe lo llamaba el Sapo Iscaríote.
El Papa lo llamaba Amadísimo Hermano.
Nosotros lo llamamos
--quedándonos cortos--,
el Carnicero del Pueblo Español,
el TERRORISTA más Teratológico y Depravado
que, desde Atapuerca --Homo Antecessor--,
haya pasado por las tierras de nuestra patria
Cuenta Antonio Bahamonde, Delegado de Propaganda de Queipo de Llano hasta Enero, 1938, en su libro, 'Un Año con Queipo de Llano,' que cuándo el capitan Criado, delegado gubernamental del Orden Público en Sevilla, que estaba siempre borracho como una cuba, firmaba las sentencias de muerte en uno de sus asiduos club nocturnos, decía que, "puesto en el tobogán, le daba lo mismo firmar cien sentencias que trescientas".
He oído decir -escribe Bahamonde-, que cuándo alguíen le preguntaba sobre el por qué firmaba tantas sentencias de muerte, respondía:
"PARA QUE DE AQUI EN TREINTA AÑOS NO HAYA NADIE QUE SE MUEVA".
Se quedó corto.
Porque FUE TANTO EL TERROR
que han pasado 84 años
(¡84 años!)
y seguimos sin movernos,
históricamente TRAUMATIZADOS,
católicamente resignados
al máximum e indigno Coitus Per Anum
que un pueblo puede soportar:
que otro Jefe -entre otros más-,
éste de Falange, José Antonio,
el JEFE DE LOS ESCUADRONES DE LA MUERTE,
siga GLORIFICADO
en la Basílica de Cuelgamuros
en su Altar Principal.
En un Altar Principal que sigue ocupando
la cúpula y la gloria de todos los asesinos
de, como decía Federíco,
"UN ORDEN ECONOMICO CRUEL
AL QUE PRONTO HABRA
QUE CORTARLE EL CUELLO"
Por eso el cuello se lo cortaron a él.