Los médicos y las enfermeras forman un importante recurso en nuestras frágiles existencias. Son nuestra salvaguardia corporal lo mismo que el mecánico es la salvaguardia de nuestro coche o el zapatero de nuestros zapatos, la diferencia es, naturalmente,
que a los primeros vamos a que nos arreglen nuestros propios cuerpos y a los segundos acudimos con cacharros o cosas ajenas al contenedor de nuestras vidas. Esto, de per se, ya es condicionante e intimidante porque nuestro ser y corpus los ponemos en sus manos, asi, que, de entrada, son ellos los que nos poseen y nos mandan con la consiguiente supeditación y obediencia de nuestros pacientes egos.
En éste caso fue una caída. Mi visita al galeno.
Todos estamos en un gran Valle de los Caídos dónde la fuerza de gravedad del Planeta en el que que vivimos marca nuestros movimientos y rítmos, y cuántos más años tenemos más aumenta ésta ingrata fuerza, más nos tira hacia abajo, hacia adónde un día nos dejará depositados en el último tiron gravitacional. En cristiano: cuanto más viejos más nos caemos.
Entónces se me ocurrió cambiar la ley del señor Newton que quedaría asi: la fuerza --de la caída-- con la que se atren dos cuerpos, el suelo y nosotros, es proporcional a la distancia que haya entre la crronología --del paso de los años-- que tengamos y la tumba que nos espera. En cristiano: cuanto mas anciano seas mas gordo será el batacazo. Siempre aprendemos algo nuevo hasta cuándo nos caemos.
Me equivoco de piso y me siento a esperar frente a la puerta 3, lo que me habían dicho. Pero en lugar del segundo piso estaba en el primero (Después lo supe; erré al darle al botón del número de planta) Comencé a sospechar.
Todo eran mujeres.
Se abre una puerta y aparece una mujer con la típica bata blanca y se le acerca una de las que alli estaban esperando, y en un susurro de voz, casi imperceptible, oígo que la de la bata blanca le dice con el mismo susurro cuerdavocalero: --¿Está usted embarazada?--
Yo sigo mirando a mi puerta número 3. La sospecha va en aumento. Lo que me tiró afuera de las cuerdas del ring fue cuándo la de la bata blanca aparece de nuevo en el marco de la misma puerta y pregunta en voz alta, ésta vez sin susurros ni puñetas: --¿Hay alguíen más embarazada?--
Levanto la mano para preguntarle si era alli dónde debía estar, y al entender o creer entender las feminas que mi alzada de brazo se podía relacionar con la pregunta oída, un coro de sonrisas de victorias maternalistas hacia el varon embarazado acogió la contestacion: --No, señor, ésto es ginecología--
Me fui pensando en lo que debe de condicionar e influir el sólo hecho de que uno de los dos homo sapiens, la mujer, tenga el potencial de quedar preñada, de procrear, de que de dentro de su propio cuerpo salga un nuevo ser, paf!...de parir, de crear vida...Como debe ésto de modelar y configurar el carácter, la personalidad, la idiosincracia, las emociones, los sentimientos..y de establecer de forma inequívoca el ser y el no ser...dentro y afuera de nosotros.
En la pared había un poster con el título de ¿'Protección'?. Era un tendedero con varias líneas verticales lleno de condones colgados que parecían lo mismo que cuándo se cuelgan calcetines a secar al sol. Más que nada nos pareció que la protección era para los pies. Difícil de describir. A ver si un día me paso por allí y le sacamos una foto. Esta vez tendré cuidado de no equivocarme en darle al botón del piso correcto...
La interrogante de ¿'Protección'?
ha sido aclarada cuándo --después-
le tomamos una foto al 'tenderete de calcetines'
El título del 'tenederete',
--cómo no--
está en lengua imperial
y es muy divertdo a nivel
de los del did you have fun today?