nadastes hacia el horizonte
y no lo hallastes,
el recuerdo de la tierra
te impidió salvarte
decía albert camus
que el pensamiento
es la nostalgia del hombre.
funciona también al revés.
todo funciona al revés.
al derecho y al revés.
a veces nos toma de la mano
la nostalgia para llevarnos
por profundos caminos del pasado,
esas galerías a cielo abierto
dónde vamos excavando
y que atrás van quedando
como si fuesen la estela
de un misterioso barco.
faulkner tenía razón:
el pasado ni siquiera es pasado,
y siempre, en silencio,
inadvertido,
de presente disfrazado,
camina a nuestro lado,
aguardando,
aguardando siempre
el momento justo
para asaltarnos;
en silencio,
como lo tallado,
como si no quisiera
ser notado;
rejones de sentimientos
y recuerdos atravesados
para amansar al toro furioso
y dormido
de todo lo que hemos tocado,
y amado;
y después,
temps retrouvé,
en encajes de bolillos,
en la noche,
sin ser vistos ni calculados,
trenzamos los hilos
de nuestros silencios
en plena orfandad
de todo lo que vamos dejando...
es cuándo supura
por postigos no cerrados,
una música,
o un compás aplazado,
o ese susurro del pasado
que ni siquiera es pasado
y que se presenta,
de repente,
sin avisarnos,
sin defensas
para justificarnos...
y nos volvemos a encontrar
dónde ahora no estamos.