Tres de la madrugada. Un huracan recorre la casa.

Cristal roto
tras la puerta que dejastes abierta.

No sé cómo paso.
Nunca sabemos como pasan las cosas.

Sólo sabemos que hay un perenne camino
que nos lleva a ellas.
Sólo sabemos que es un hilo fino e invisible
que guía nuestros pasos y esperas
hasta que la marea llega.
Hasta que llega la vida,
la muerte, la risa o la tragedia.

Todo es como un horizonte circular
que sólo hace dar vueltas y vueltas
y nos envuelve como una eterna estela
que se disuelve y desaparece
bajo los mismos anatemas.

Y eso fue lo que pasó
con aquel cristal roto que dejastes
tras la puerta bierta
que abrió una conciencia,
de golpe,
como llega un huracan o una galerna.

Nunca sabemos como pasan las cosas.
Sólo sabemos que hay un perenne camino
que nos lleva a ellas.
Y son ellas, si, ellas, las que nos mandan
y hacen de nosotros sus eternos centinelas.

Es cómo un destino inexorable
que con nosotros juega.

Una gardenia que florece y se marchita
según un siroco o una brisa
que barre o monta sus barreras.

Y no podemos hacer nada, nada.
¿Entiendes?
Nada!

Asi es ésta rueda, la humana,
la que siempre está dándo vueltas,
llevándonos,
trayéndonos,
nutríendonos,
triturandonos,
enterrándonos,
o renaciendo entre estíercol
o brillantes esferas.

Y no podemos hacer nada, nada.
Salvo esperar a que crucen todos los cometas
a ver si uno de ellos nos lleva
y nos haga cumplir lo que ya está escrito
en las estrellas
....Maldita sea...!
Cómo ese cristal roto
tras la puerta que dejastes abierta

...Y ahora aqui, solo,
 agarrado al mismo madero
que el naufragio nos deja,
recuerdo aquella escena.

Todos son escenas...
decorados que nos montamos
para cumplir la sentencia,
artificios que usamos
cumpliendo las ordenes que nos dejan
para declamar un papel que venimos repitiendo
sin que aún nadie lo entienda.

Y ahora aqui, solo,
paso las cuentas de aquel rosario
que al nacer nos entregan
para fabricar la misma letanía
de aquel cristal roto
tras la puerta que dejastes abierta.

...Por qué, por qué nadie se rebela
y todos callamos cuándo sabemos
quíen apago la luz y se hizo de noche
cuándo buscabamos el camino
para salir del laberinto que nos aprieta

...Por qué, por qué ésta estupidez gratuita
que podemos derribar sin esfuerzo en lugar
de aquel cristal roto
tras la puerta que desjastes abierta...

Por qué, por qué pasando tantas cosas
nunca pasa nada que rectifique
la misma silueta negra
que ensangrenta las magnolias
que plantamos en jardines
dónde ya nadie entra.

Si.
Es como un destino inexorable
que con nosotros juega.
Y no podemos llegar
al secreto de sus bodegas.

Tan solo volver a darle
las mismas vueltas a la noria
para sacar el agua
con la que nadie riega.

Para volver a dejar,
de nuevo,
aquel cristal roto
tras la puerta que dejastes abierta,
y ésta vez recoger sus pedazos,
uno a uno,
como un todo en muchas piezas,
e intentar recomponer
lo que el tiempo se nos lleva.

Tres de la madrugada
Un huracan recorre la casa.

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