Los que viven en la superficie de la Tierra
creen que caminan sobre un lugar plano,
los que han subido y miran desde lo alto
saben la curva de la esfera que pisamos.
Todos vivimos en un agujero
en la maloca que habitamos,
unas encima de otras,
disonancias de separados,
últimos sobrevivientes solitarios
de una especie en auto-extinción.
Hoy, después de clavar las puntiagudas estacas en el fondo de mi agujero, me he sentado a esperar si algún animal caía en ellas para poder almorzar.
Y me quedé reflexionando en mi antigua tribu de la que sólo quedó yo...por cuántas cosas he pasado, cuánto he visto, cuánto he aprendido, cuántos árboles caídos, cuánto he andado. Y, de pronto, escucho a los buldozers y a las sierras mecánicas, y corro a esconderme en mi agujero no recordando que había puesto estacas puntiagudas...y acabo cazandome a mi mismo. Es una de las paradojas mas consubstanciales a la selva de solitarios dónde vivimos...y que bien le viene a nuestros enemigos cuándo se enteran de lo que ha ocurrido.