Dónde vivimos, un bloque de pisos piseros, en el ascensor, muchas veces, subimos o bajamos acompañados de uno de los vecinos que lleva su perro o sus perros. Hay quienes tienen más de uno en la jaula de sus habitaciones. Son perros educados y urbanizados que se comportan como cualquier ciudadano: suben y bajan en el ascensor y hasta ellos mismos ya saben apretar el botón del piso adónde van. Un primor. De vez en cuándo tenemos conversaciones con ellos y pueden hablar de cualquier cosa mientras sus amos permanecen en silencio. Algo acojonante. Cada día más gentes estan aprendiendo a ladrar, dicen que asi ayudan a entenderse más profundamente con sus amados canes
Hay playas para canes,
festivales cinematográficos para canes
--como el de Cannes--,
peluquerías para canes,
ropas para canes,
hoteles para canes,
psicólogos para canes,
astrólogos que puden leer
la carta astral del can
e inferir su horóscopo.
De todo.
Hoy al perro se cuida como de la familia.
El colmo llegó no hace mucho cuándo la ex-alcaldesa de Madrid propuso registrar el ADN de los perros para identificar sus excrementos para poder detectar y multar a los respectivos amos que no cumplan con recoger las mierdas de los canes. Tal vez por ésto perdió la alcaldía.
Pero lo último al respecto que nos ha llegado a nuestro data collector es algo que revolucionará el tema, y es el hecho de que ya hay muchas empresas en los USAdores --dónde si no-- que permiten que sus empleados vayan a trabajar con sus perros, lo que, parece ser, se está extendiendo a otros países de la incólume y perruna civilización occidental.
Y no es algo baladí porque según se ha descubierto el empleado que acude a trabajar con su can se vuelve más dócil y productivo. Y aqui está la clave del asunto.
Asi que ahora, en las actuales plantaciones de algodón, a los esclavos se les dejará que acudan al trabajo con sus perros porque asi, al sentirse más contentos y a gusto teniéndo al lado a sus queridos canes, recolectaran más algodón para sus amos.
O sea que del ¡Echarle los perros! se ha pasado al Venga usted a trabajar con su perro. Un gran avance en las ganancias de los propietarios, pues resulta que con el primer método los perros destrozaban y se comían muchos esclavos con la subsiguiente perdida para el amo de ellos, mientras que con el segundo, como vemos, todo es armonía y un ambiente en las actuales plantaciones de algodón más estimulante y confortable que hace, primero, que los esclavos no piense en escaparse, y, segundo, que rindan más en su trabajo:
Asi se pasó del "Hijo de la grandísima puta" que venía pisándonos los talones al tratar de escapar de la esclavitud, al "Boby, cuánto te quiero", que ya forma parte de nuestra familia porque lo podemos llevar a nuestra plantación de algodón y trabajar felizmente con él a nuestro lado.