Gautama Buda --dicen por ahí-- le contó ésta historia a un discípulo que se mostraba impaciente por escuchar del maestro las respuestas a las "14 preguntas sin respuesta" relacionadas con cuestiones metafísicas:
"Hubo una vez un hombre que fue herido por una flecha envenenada. Sus familiares y amigos querían procurarle un médico, pero el enfermo se negaba, diciéndo que antes quería saber el nombre del hombre que lo había herido, la casta a la que pertenecía y su lugar de origen. Quería saber también si ese hombre era alto, fuerte, tenía la tez clara u oscura y también quería conocer con qué tipo de arco le había disparado, y si la cuerda del arco estaba hecha de bambú, de cáñamo o de seda. También quería saber si la pluma de la flecha provenía de un halcón, de un buitre o de un pavo real...Y si el arco que había sido usado para dispararle era un arco común, uno curvo o uno de adelfa, y todo tipo de información similar. El hombre murió sin saber las respuestas".
(Nosotros no vamos --y no podemos-- interpretar la parábola en el sentido de que a Buda nunca le interesó responder cuestiones metafísicas o filosóficas --ni mucho menos 'políticas'--, y por ello, en lugar de respoderle directamente a su discípulo sobre las "14 preguntas sin respuestas" sobre cuestiones metafísicas, le contó la citada parábola haciéndole ver que el intelecto es un obstáculo para la iluminación, y que en lugar de perder el tiempo en saber quien disparó la flecha envenenada, lo que tenemos que hacer es curarnos, ir al médico. --Al respecto, Ananda, su primo, el que cuidaba sus cosas humanas, destacaba por sus dotes cognoscitivas y se dice que fue ésta capacidad intelectual la que le impidió su despertar-- Para nosotros, hoy en día, 2500 años después de Buda, ir al médico --aparte de la fisiología personal-- es tratar de sacarnos la colectiva espada de Damocles que, en muchos sentidos, pende sobre nuestras cabezas en un mundo que se nos viene abajo)
de la actual dictadura económica,
política y social, bajo la que vivimos,
que ha podido tener,