El fundador de la Hermandad de la Victoria puede perder su calle por la Ley de Memoria
Investigadores sostienen que el presbítero Pablo Rodríguez, como se llama la vía de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, dirigía un pelotón de fusilamiento en el cementerio de Nerva
La Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía, aprobada recientemente en el Parlamento de la comunidad autónoma, obliga a los ayuntamientos andaluces a la eliminación de toda simbología, denominación, distinción o reconocimiento fascista que todavía quede en sus municipios. Para ello, la nueva norma les concede un plazo de 18 meses, de modo que, pasado ese tiempo, el ayuntamiento incumplidor será multado y condenado a no recibir subvención alguna por parte de la Junta de Andalucía.
En base a ello, las administraciones locales se ven forzadas a realizar estudios para conocer qué nominaciones o símbolos puedan estar aún rindiendo homenaje en sus municipios a enaltecedores del franquismo, pues, aunque la mayoría de los ayuntamientos ya han sustituido infinidad de nominaciones de militares y políticos sublevados, aún sigue vigente, en muchos casos por desconocimiento de las propias instituciones, numerosa simbología franquista, sobre todo declaraciones de hijos adoptivos o predilectos de renombrados franquistas y calles o plazas con nombres de “camaradas falangistas” y de pedagogos, presbíteros o poetas enaltecedores del franquismo.
Uno de estos casos es el de la calle de Huelva donde se encuentra situada la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, desde donde se realizan en Semana Santa las salidas procesionales de las hermandades de la Victoria, la Cena y las Tres Caídas. El nombre de dicha vía, que puede verse en la placa identificativa de la calle, es el de Presbítero Pablo Rodríguez, en honor al sacerdote Pablo Rodríguez González, conocido también como 'Don Litro', excapellán de la cárcel y fundador de la Hermandad de la Virgen de la Victoria.
Tal y como se expone en las investigaciones publicadas en el libro "Por la religión y la patria", donde los autores Francisco Espinosa Maestre y José María García Márquez abordan las relaciones entre la Iglesia y el Golpe Militar de 1936, un participante en fusilamientos que tuvieron lugar en Nerva contó que "el pelotón lo dirigía Don Litro", quien, todavía en el camión que los conducía al cementerio, insistió en dar la comunión a varios de los que iban a morir.
Llegaron al cementerio, colocaron a los detenidos frente a un muro y los asesinaron. Cuando regresaban al camión despertaron a alguien que vivía allí al lado, quizás el enterrador, que previsiblemente había presenciado lo ocurrido. Ya en el camión el cura, preocupado, ordenó al chófer que esperara, bajó, fue hacia el testigo, que seguía en la puerta de la casa, y sin mediar palabra "le descerrejó un tiro en la cabeza".
Se da la circunstancia de que el nombramiento de la calle de Presbítero Pablo Rodríguez, en homenaje al sacerdote al que se refiere la citada publicación y fundador de la Hermandad de la Victoria, se produjo durante la presente etapa democrática.
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en España en la Mentira bajo calles,
plazas, monumentos y tumbas de éste tipo
desde que nacimos!
Hemos existido--y seguimos existiendo--
que aún perdura
de proporciones dantescas
Espinosa Maestre: La Iglesia fue fundamental en el golpe del 18 de julio
Madrid, 27 jul (EFE).- El historiador Francisco Espinosa Maestre afirma que la Iglesia Católica "fue clave y parte fundamental del golpe militar" del 18 de julio de 1936 que dio origen a la Guerra Civil española (1936-1939) y en cuya labor represiva subraya que tuvo una parte muy activa.
Espinosa, quien junto con el investigador José María García Márquez acaba de publicar el libro "Por la religión y la patria. La Iglesia y el golpe militar de julio de 1936" (Crítica), señala que, salvo excepciones, el conjunto del estamento religioso "no es que apoyara a los militares, es que estaba con los militares" e "intervino directamente" en la represión.
En una entrevista con Efe, el historiador manifiesta que "se conoce muy bien, hasta el detalle, el daño sufrido por la Iglesia durante la Guerra Civil. Sin embargo, sabemos muy poco del daño causado por esa misma Iglesia a partir del 18 de julio de 1936", esencialmente, argumenta -y así se expresa en el libro- porque la Iglesia no facilita el acceso a sus archivos para investigar.
En su opinión, esto se debe a que la Iglesia, "pese a estar subvencionada con fondos públicos, sigue controlando sus archivos", lo que impide incluso en nuestros días indagar sobre cuál fue su verdadero papel en la situación sociopolítica generada a partir del golpe de Estado y, en particular, en el aspecto de la represión ejercida contra todos aquellos sectores partidarios de la República.
Espinosa Maestre subraya que "lo primero que se echa en falta es que la Iglesia, acatando la legalidad, permita a todos el acceso a los expedientes personales, que aclararían muchos de estos casos.
Salvo en el caso vasco, "se ignora el número y la historia de los sacerdotes que prefirieron cumplir su misión evangélica y no se unieron a los golpistas sino que intentaron evitar el conflicto."
En su libro, ambos investigadores recogen y glosan unas palabras del histórico dirigente del Partido Nacionalista Vasco Manuel de Irujo, quien fue ministro de Justicia entre mayo y diciembre de 1937 en el gobierno republicano presidido por Juan Negrín.
En el texto, se indica que Irujo -ferviente católico y, como todo el PNV, leal a la República- le comentó al cardenal Francisco Vidal i Barraquer (la figura más destacada del sector moderado de la Iglesia Católica frente al integrismo que representaron otros purpurados como Pedro Segura o el primado de España, Isidro Gomá) que la Iglesia había sido al mismo tiempo "víctima y verdugo".
"Acerca de su papel de víctimas se sabe hasta la identidad y vicisitudes de todos ellos, incluso en muchos casos la de los responsables. Lo que todavía está por saber -recalca Espinosa- es su papel de verdugo.
"Y esa información la tienen ellos", por lo que incide en la necesidad de que se proceda a la "plena apertura de archivos."
A juicio de ambos investigadores, está muy claro que en la Iglesia del periodo republicano (1931-1939) y de la etapa de la Guerra Civil "siempre hubo dos líneas, la integrista representada por Gomá y la posibilista que siempre jugó Vidal i Barraquer", y de ambas "acabó predominando de manera absoluta la primera."
Y esta línea integrista, según destaca Espinosa, era manifiestamente incompatible con la República, con lo que esta representaba en aras de la formación de un Estado laico en el que la Iglesia ya no tuviera los privilegios de que había gozado hasta entonces, en particular en materia educativa y, también, en el control de muchos aspectos vinculados al derecho civil y de familia.
"Para la Iglesia la propia existencia de la República y su firme apuesta por un estado laico resultaba una agresión insoportable", afirma Espinosa.
Ambos autores destacan en su libro que "la Iglesia tuvo gran cuidado en ocultar dos cuestiones: los religiosos sacrificados por no ajustarse al canon nacionalcatólico y aquellos que tuvieron serios problemas, hasta el extremo de perder la vida, por mostrarse distantes, críticos o incluso en abierta oposición a las prácticas del golpe militar fascista."
E incidiendo en este último aspecto, Espinosa recalca en la entrevista que "la Iglesia, como integrante del golpe, obtuvo un poder enorme que conserva y que no parece dispuesta a ceder ni en lo más mínimo y esto a pesar que la sociedad ya es muy distinta a la que ellos dominaron durante la dictadura."
http://www.elconfidencial.com/ultima-hora-en-vivo/2014-07-27/espinosa-maestre-la-iglesia-fue-fundamental-en-el-golpe-del-18-de-julio_324865/
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Podríamos recomendar un libro para entender el asunto.
Lean aquí "El Cura de Badajoz". Muchos 'Don Litros', medios litros y cuartos de litros recorriendo la geofrafía de la patria derramando un precioso liquido: el de la sangre inocente. Liquido que después se fue convirtiéndo en nombres de calles y plazas.
Liberemosnos y terminemos de una vez por toda con el miedo que nos impuso aquel régimen de terror refrendado y ayudado por la iglesia católica que aún sigue, natruralmente, subvencionada y protegida por los sucesores del franquismo, el Partido Popular y los Borbones del "reino de España".
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PD
Yo vivía junto a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Yo fui monaguillo de don Pablo sobre el final de la década de los cuarenta.
Yo iba con él a llevarle la comunión a los moribundos.Yo hacia con él, entierros, bautizos, bodas, misas...
Un niño dentro de un Sagrado Corazón de Jesús del terror, miedo,cárcel, exilios, humillaciones, traumas todos acumulados en la mochila de la infanciadonde el murmullo de fuentes de la niñez no entendía, no sabía qué ocurría...
Tan sólo ese instinto atávico de "esponja" de la niñez donde se van recogiendo, sin darnos cuenta, algo...que algo no "iba bien en el exterior"...demasiados silencios, dolor solapado, miedo taponado, huidizas omisiones, voces bajas, luto, negrura de un mundo que la niñez no podía articular ni tomar conciencia de ello...pero un instinto atávico de peligro nos anunciaba, en el reino de nuestra inocencia, que algo, algo eclipsado y terrorífico estaba pasando allí para que aquellas miradas, por el miedo, se hubiésen callado de aquella forma tan impactante para los ojos de la niñez...
Hasta recuerdo que algunas veces me confesaba con él...y él conmigo. El me contaba sus pecados y yo los mios de niño-monaguillo. El me contaba que aquella Victoria se produjo en nombre de Dios, y en su nombre se tuvo que limpiar a España del mal, y me aconsejaba tener mucho cuidado si no a mi me pasaría lo mismo que a los que él en su día, después de darle la comunión para poderlos salvar, los tuvo que ajusticiar...Y yo salía del confesionario arrepentido de todo mi mal. Y cuando llegaba a casa me decía mi madre contenta de verme asi entrar:
"Hijo, hoy trae cara de zantito..."
Y yo, ese día, me lo pasaba jugando
en la calle en plena felicidad...
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