Miro, al fondo,
desde el cenobio
de la jaula casera,
la silueta del alto eucalipto
que me hace recordar
los espacios de mis distancias
que por el mundo pude almacenar;
lontananzas,
lejanías a las que me gusta mirar
cuando la existencia
nos aprieta los candados
y bajan las persianas de la soledad...
entónces,
como si me quisiera escapar
de lo adyacente,
de lo cercano,
de lo que nos atrapa
en la cárcel de lo circunstancial
--esas rejas a las que nos empujan
los vientos por dónde nos hacen pasar--,
me quedo ensimismado
--tiempo congelado e inmóvil ya--
en las siluetas de esos altísimos arboles
que se ven en la distancia,
en la lejanía
...allá...
al otro lado del mar,
jalones y testigos
de albores infinitos
a los que queremos regresar...
tal vez acortar distancias y espacios
entre dónde estamos
y el lugar dónde queremos estar
sea lo que siempre nos marque
esa flecha del subconsciente
señalándonos el camino
para poder llegar...
aúnque sea tan sólo mirando,
ensimismados en ese confín
que con las manos
nos parece tocar...