La muerte es silencio
y el monólogo su angustia
Hace tiempo que tengo abandonada a la muerte, ese rejón metafísico que llevamos clavados desde la Transgresión Ancestral y del que nadie, realmente, quiere hablar, y que siempre esta En Frente, se quiera o no se quiera mirar.
Y hoy, no sé si es porque me echa de menos o porque se extraña de que en otros tiempos siempre tocaba a su puerta para charlar, me ha venido a visitar.
Es una señora extraña e intimidante que, disfrazada de vida, nos desconcierta por su manera de ser y pensar, pero, sobre todo, por su silencio, un silencio que inclina la frente al suelo delante del cual sentimos todas las olas del mar como si de ellas salieran todos los discursos, ideas, filosofías y conceptos creados por la humanidad.
Le abro la puerta y, sin decir nada, se sienta a mi lado con una mirada penetrante, en silencio --siempre en silencio--, diciéndonos exactamente lo que nosotros pensamos y sentimos sin poderlo expresar.
Traduciré su silencio a palabras lo mejor que pueda.
--Hola, hace tiempo que piensas en mi, por eso te he venido a visitar, ¿cómo estas?
--...Bien, bien...achicando agua para mantenerme a flote, nada mas.
--¿Sólo a flote? ¿No quieres navegar?
--Ya he navegado bastante, ahora solo quiero flotar
--¿Y las corrientes marinas? ¿No tienes miedo de que te lleven a un lugar no deseado del que no puedas regresar?
--Si: ese lugar es Usted
--Bueno, dejémosnos de periféricos circonloquios. ¿Has averiguado algo nuevo sobre mi?
--Pues, la verdad, no; sólo le puedo decir que cuánto mas pienso en Usted, menos entiendo eso del aparecer y desaparecer. Siento que éste juego de manos del...nada por aquí, nada por allí, y, de pronto, que aparezca la paloma blanca de su chistera para después, con la misma rapidez, vuelva a desaparecer...no comprendo este ser-y-no ser.
--Eres muy divertido con tus analogías. Mira, ésta imaginativa prestidigitación que haces de mi no tiene nada que ver con la verdad. Es, como te diría...otro juego de manos que te montas para disfrazar los miedos y ansiedades de tu especie ante la realidad. Ni se aparece ni se desaparece, ni hay chistera ni conejos blancos, y, por supuesto, magos o magas que hagan estas cosas tan raras como tu piensas.
Hubo entonces otra clase de silencio, pero éste intraducible a palabras, a ideas, a aprehensibles significaciones. Como una oquedad llena. Como un vacío repleto. Como si se hubiése abierto lo cerrado.
--...Noto que tu cerebro ha dejado de funcionar. Y es que, aquí, en ésta orilla adónde estamos llegando, la razón, la lógica, el conocimiento humano, ya no valen, hay que dejarlos a un lado. Las palabras de cada una de vuestras muchísimas lenguas se evaporan como agua que sube al cielo de la nada desde dónde una vez cayeron a tierra...Tu debes de conocer que si a un humano se le separa de los miembros de su propia especie, no habla, carece de palabras, de comunicación, es decir: no puede pensar: no puede verme...¿Sabes que te quiero decir con ésto? Muy sencillo: estáis totalmente equivocados respecto a mi, y, consecuentemente, respecto a vuestras vidas. Vuestra cabeza, de la que se sentíis tan orgullosos, no corresponde con el resto del cuerpo donde ésta, aquí hay una contradicción mortal que acarreais desde la Transgresión Ancestral. Vuestro cuerpo y cerebro no crecieron en proporción. El primero, el homo, evolucionó dentro de la Naturaleza, el segundo, el sapiens, afuera de ella, y es por ello que desde aquí, desde afuera, no podéis entenderme y se inventáis toda clase de analogías, prestidigitaciones, juegos de mano, mitos, pseudometafisicas y religiones...¿Cómo váis a pensar en mi con objetividad si son vuestras vidas lo primero que tenéis que aprehender y solucionar?
Y otra clase de silencio, intraducible, volvió a reinar.
Esta vez yo estaba arrepentido de haberla dejado entrar.
Esta vez me dí cuenta del por qué en ella, en la muerte, nadie quiere, realmente, pensar, porque ello implica y obliga también a ahondar en nuestras desorientadas existencias, ese conundrum al que, después de cientos de miles de años, aún no le hemos hallado los efectivos puntos cardinales para corregir ésta senda suicida, tecnológicamente destructiva, de la que ya no podemos dar macha atrás.
Ahora veo por qué tengo abandonada a la muerte, ese rejón metafísico que llevamos clavados desde la Transgresión Ancestral y del que nadie, realmente, quiere hablar...porque ello nos haría tomar conciencia de que es precisamente la existencia de la muerte lo que hace totalmente incomprensible nuestras absurdas y estúpidas existencias.