(En la dictadura capitalista hay muchas clases de gangsters. Unos desmembran al pueblo de Siria.
Otros van con metralletas a trabajos encubiertos Otros con corbata y chaqueta roban con guante blanco lo que costó sangre y trabajo acumular en riquezas, y otros que fundan bancos asaltando otros...Hay muchas clases...)
En la plutocracia (democracia la llaman) no se suelen aceptar los triunfos del pueblo, de las gentes, sería asentar un mal precedente que pudiéra estimular a ser copiado, extendido y desarrollado por todos los demás. Mal ejemplo a erradicar
Asi que cuándo las fuerzas populares, en el sumum de la indignación colectiva, hartas ya hasta los cataplines, cuándo la cosa pasa de castaño oscuro, fuerzan a cualquier gangster a dejar el puesto para el que lo han propuesto...nunca admiten el triunfo, el poder de éstas fuerzas populares, no; nunca. No vaya a ser que admitiéndolo y reconociéndolo se tengan que ver en la necesidad de legitimidar la influencia y la eficacia de la lucha popular, las victorias de la lucha de clase. Y esto nunca lo harán. Lo odian.
Asi que al gangster Soria, no es que la lucha organizada y la indignación de las gentes lo hayan empujado afuera del empleo que le iban a dar en el Banco Mundial, en la Caja Fuerte de la Cueva de Ali- Babá, no, que va...Lo que ha pasado es que él, mediante una decisión personal que tenemos que respetar, ha renunciado...Y esto lo que hace es vender la ética de los que ocupan el poder: saber perder y saber aceptar sus equivocaciones...¡Encima salen de buenos...!
Que bonito...
En la dictadura capitalista nos cuentan historias muy bonitas y maravillosas. Las hay desde reyes y reinas y príncipes que, con un beso, despiertan a la vida a princesas bellas para después casarse con ellas...y cortesanos que renuncian, por decisión personal que tenemos que respetar, cuándo las grandes masas, hartas hasta la coronilla, las empujan afuera de sus privilegios medievales y fascistas que ya nadie puede aguantar.
A mi me contaba mi padre una historieta del 1900 que aquí encaja como anillo al dedo:
Un tipo que iba galopando en un caballo y el corcel lo tira al suelo. Y llegan a su lado, riéndose, las gentes del pueblo. Y él les dice altanero: "No, es que yo me he desmontado".
Historias de 1900
Un caballo que sigue tirando jinetes al suelo y que tenemos muy bien que alimentarlo para que nunca pierda las fuerzas y podamos hacer renunciar a los jodedores de ésta hípica dónde todos vamos montados...