El Rey llama al diálogo sin aludir a la crisis política ni a la corrupción
...ni al desempleo,
la huída de jovenes al extranjero para trabajar,
la deuda pública,
los recortes presupuestarios,
la fracturación económica,
la disparatada desigualdad entre ricos y pobres,
el desamparo de tantas familias,
los crónicos desahucios,
la pavorosa 'economía sumergida',
los problemas de la vivienda,
la deteriorización de la sanidad pública
la reforma de la constitución,
la independencia de Cataluña,
la llegada de inmigrantes,
el general deterioro del nivel de vida,
la deseperanza de la vozpópuli en la gobernación,
la reforma laboral,
la necesaria reforma electoral,
el eclipse de la ley de Transparencia de la nación,
el problema energético,
el alza de la electricidad y de productos básicos,
la galopante violencia de género y de no-género,
el colapso del campo legislativo y judicial,
la situación de la desnutrición infantil,
la diferencia salarial entre hombres y mujeres...
En realidad, y debido a todas éstas esenciales ausencias, y muchas más, es por ello que levantó sospechas y muchos pensaron que no sabían quíen estaba hablando y desde que lugar, dado que lo que decía no correspondía en lo mas mínimo con la genuína realidad y necesidades de la nación, pués se sentía más bien como si algún humorista retorcido las hubiése escrito en el colmo de los máximos tópicos y estereotipos de una extraña y surrealista alienación.
Y, efectivamente, sucedió que, al terminar de grabarse su discurso, fue detenido el impostor Ermenegildo Perez Sanabría, que, con un gran parecido con el rey e imitando perfectamente sus ropas, sus gestos y su voz, se hizo pasar por su Mejestad para leer un papel, que, según manifestó después de su arresto, se lo había escrito un compañero suyo en el manicomio provincial de Teurel que, en sus tiempos, antes de ingresar en tal institución, había trabajado en una oficina de relaciones públicas.
Después de ser detenido el impostor, el rey felicitó a las autoridades por su rapida y coordinada acción con lo que se pudo limpiar toda referencia a su Majestad en tan delicada cuestión.
Ya en el coche celular que lo conducía a prisión, Ermenegildo gritó por la ventanilla que conocia a otros muchos como él que ya estaban preparados para hacer lo mismo en el próximo mensaje navideño del rey a la nación.
Esperemos que las autoridades trabajen febrilmente para detener a éstos impostores para que no se manche de ésta manera tan denigrante al Jefe del Estado español.