Se acercan las elecciones en España.
A las gentes se les dan la libertad de elegir.
Pueden elegir,
Entre esto y aquello
Entre este o aquel.
Cada cual presenta su candidatura,
su programa,
su proyecto,
sus esquemas,
sus propuestas,
sus tramoyas,
sus reformas,
sus andamios,
sus armaduras.
Y los candidatos,
con distintos nombres y cornisas,
se someten a las preguntas de las gentes,
a sus cuestiones,
a sus criticas,
a sus dudas.
Las gentes estan hartas,
hasta la coronilla,
hasta el vertedero
de sus presas llenas y rebosadas,
donde la indolencia y la apatia
tejen sus encajes de bolillos
para embolillar sus momificadas esperanzas
que la industria del entreteni-miento,
la buena comida, el buen vino,
y el paro con el movil,
saben aderezar en digestiones continuas.
Menos lo esencial,
los diferentes partidos --y enteros--,
todo lo debaten,
se escrutiniza,
se pormenoriza,
se explica,
para cambiar,
para mejorar
y resolver los problemas
que a la poblacion hiere
y nunca cicatrizan.
Mientras tanto, al rey, Don Felipe VI,
lo esperan en la carrera de motos en Valencia
para que entregue los trofeos.
En el bar donde escribo,
las gentes miran la carrera en la television
con indiferencia consumida.
Ahora mismo suena el himno nacional.
Estamos en España.
En el reino borbonico.
Donde Pujol, el catalan, es un ladron.
Y la fortuna robada
de 1500 millones de euros
de Juan Carlos I,
denunciada por el New York Times,
es olvidada en una desmemoria historica
de los temps retrouve de una colonizada nación
donde las estrategias de Edward Bernays,
el padre del Engineering of Consent,
cruzan todos los limites de la comprension...
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Es de noche.
He vuelto al mismo bar
(No tenemos internet en casa)
En la gran pantalla de TV juegan
el Atletico de Madrid y el Gijon
(La Carrera de motos terminó)
He dejado de escribir.
Y me he metido en el partido.
¡El Atletico ha metido un gol en el ultimo minuto!
A veces me parece que España
es un Gran Partido;
partidos politicos,
partidos de futbol,
partidos sin partido,
partidos que tratan de reunir sus partes,
sus caducados significados,
sus opacos sentidos,
partes de un holograma quebrado
donde hay que aparentar
que no hay nada partido...
Y vuelvo adonde vivimos: El Rompido