Estamos ya metidos en los preparativos de volver
al mismo puerto de dónde salimos,
Sanlúcar de Barrameda, Al-Ándalus,
después de navegar por los mares del mundo
en un viaje de Juan Sebastian Elcano,
el cual firma ésta declaracion,
con la única diferencia de que nuestro viaje
duró decadas ya que nos vimos atacados
y sitiados en muchas partes, y en otras,
pragmatismo necesario,
porque encontramos trabajo y nos quedamos;
y otras veces caminando y apuntando
en éste mundo ancho y ajeno
con el que nos fusionamos.
A veces pienso que fue asi,
que fue una navegación,
un circunvalar para conocer la esferidad,
el boomerang que lanzamos
para que salga y regrese al mismo lugar.
Otras pienso que fue de otra manera,
otra forma de ser empujado, de vivir y andar,
caballeros andantes de La Mancha
que nacen de Quijanos
y una noche, cerebro calentado,
salen por la puerta trasera del corralón
a un mundo que no es esférico,
que no es lo que debe ser,
sino un polígono de entuertos e injusticias
que nos hacen gritar:
!Detente ladrón, malandrin follon!
Pero la pregunta hay que formularla:
¿Volvemos siempre a la 'normalidad'
de los Alonsos Quijanos,
"cuerdos" y 'perdonando',
después de ser caballeros andantes
por éste mundo destrozado
de injusticas, entuertos y llantos?
Otras veces pienso en el Magister Ludi
de Hermann Hesse, "Juegos de Abalorios",
dónde el tema y la letanía ya no es circunvalar
ni andar con adargas y coseletes
viéndo y sintiéndo lo que debe ser
en lugar de lo que es,
sino cabalgando tan sólo
en el córcel del Transcender.
Transcender, ¡que sublime palabra!
Quiere decir optar
a lo que se puede ser y no se es:
quiere decir tratar de plenamente nacer.
Sea lo que sea: siempre somos empujados.
Porque, realmente, desbancando el mito:
Nos empuja nuestra madre vida al llegar.
Nos empuja nuestro padre muerte al salir.
Y entre ésta madre y padre
nos empujan las Circunstancias al vivir.
Siempre somos empujados
y no nos podemos resistir.
Es como una misteriosa fuerza
que nunca nos pide permiso para existir,
y que, por encima de nuestra voluntad,
decide el camino a seguir.
Leon Felipe, el gran Magister Ludi,
lo supo muy bien decir:
En la otra orilla,
en la ribera de la Muerte,
en el reino de los que estuvieron aqui
hace mucho tiempo
y no se acuerdan de nada...
les preguntan a los que acaban de llegar
qué es lo que pasa ahora en el mundo.
A mi me preguntaron...Alguíen me preguntó:
--Di. Recuerda...Recuerda lo que viste.
--No puedo precisar, dije.
Todo pasa en la sombra.
Lo empujan a uno...
Uno siente las rodillas de alguien que le aprieta.
No sé si para meterle o para sacarle...
Todo pasa en la sombra.
--Algo más...Dí algo más.
--Salimos por el bosque que da al sueño
...y comenzamos a caminar por el callejón angosto
y apagado de las pesadillas.
--¿De las pesadillas?
--Las pesadillas son ríos negros,
de espumas negras y en penacho...
Yeguas funerarias y erizadas
que se meten sollozando...
--¿Sollozando o relinchando?
--Desbocadas al mar...
Por las pesadillas se sale al mar.
--¿Al mar?
--El mar es un caracol ronco y amargo
con un zumbido opaco y lejano
que dice nuestro nombre
y por donde todos, al ser empujados, se pierden
Y va uno...y va,
de la sombra al sueño,
del sueño al sollozo,
del sollozo al zumbido...
¡Todo es como un zumbido!
--¿Como un zumbido?
--A mi me pareció que el mundo era un zumbido
...y el hombre un hipo.
--¿Un hipo?...¿Sólo un hipo es el hombre?
--Un hipo en la noche me pareció a mi...
Al final yo no oí más que un hipo.
--¿Era un hipo aquel ruído?
¿Viste bien de dónde salía?
¿No eran burbujas...?
¿O es el ruído del légamo?
--No puedo precisar...
Todo pasa en la sombra
Lo empujan a uno...