Ante el aumento del paro laboral, el hambre y el pecado en España, jovenes cristianos se han lanzado a las calles con la misión católica y apostólica de éste cartel dónde se le advierte a la población sobre los peligros del "timbre del diablo", lo cúal ha sido muy bien acogido por la Conferencia Episcopal Española
que ha manifestado que el tal timbre sólo está permitido tocarlo en caso de que la intención sea la de la reproducción de la especie, pués de lo contrario conduciría a un grave pecado mortal.
Preguntado el presidente de la Conferencia Episcopal, eminencia Carmelo Pedofilíaco Cardenal, acerca de si el tal pecaminoso timbre en otras circunstancias, por ejemplo, en el otro sexo, en los muchachos, se podría tocar sin que con ello venga el diablo con su pecado mortal, explico que,
"En éste caso es distinto porque aquí, al no haber como en la mujer la sagrada y natural opción de la reproducción de la especie, el 'timbre' no puede sonar, y, por lo tanto, el diablo, al no escucharlo, no vendrá"
La Coordinadora Feminista Española (CFE) también se ha pronunciado al respecto, manifestando:
"No es verdad de que si te lo tocas el diablo vendrá porque nosotras nunca lo hemos visto llegar"
El asunto ha levantado una gran polémica en España dónde tiene sus defensores y sus detractores en ésta época de crisis dónde estan quedando tan pocos timbres que tocar, y muchos de los que quedan han emigrado a otros países ya en busca de otros tocadores que paguen más.
:::::::::::::::::::
Veo que ésta página clitorisáica es bien leída.
Debe ser por aquello que dijo una vez Charcot:
"C’est toujours la chose génitale, toujours… toujours… toujours!».
(Porque la clave está,
como dicen los castizos,
en el cacharrito de mear.
Por eso, lo primero que hicieron Adan y Eva,
con culpa, fue el cubrirselo
para que Dios no viera
el arma del delito
con la que habían cometido
el pecado original
...y de ahi la atracción
que todos arrastramos
desde el tiempo ancestral)
En su escrito de 1914, Freud ofrece por primera vez un trozo de su memoria que, con el correr de los años, se ha transformado en uno de los souvenirs más preciados del merchandising psicoanalítico.
El martes 19 de enero de 1886 pasa su primera velada en la casa de Charcot (217 del Boulevard Saint Germain). Entre los invitados se cuentan Gilles de la Tourette y Leon Daudet. Otro de los presentes, por quien Freud sentía una sincera admiración, era el médico legista Paul Brouardel.
Este colega relataba a Charcot algunos detalles sobre un caso, acerca del cual nada sabríamos de no contar con la pequeña crónica del novel médico extranjero, escrita casi treinta años después con una extraña y sospechosa precisión:
“Oí al comienzo de manera imprecisa, y poco a poco el relato fue cautivando mi atención: Una joven pareja de lejanas tierras del Oriente, la mujer con un padecimiento grave, y el hombre, impotente o del todo inhábil. «Táchez donc», oí que Charcot repetía, «je vous assure, vous y arriverez» [Empéñese usted. Le aseguro que usted lo conseguirá]. Brouardel, quien hablaba en voz más baja, debió de expresar entonces su asombro por el hecho de que en tales circunstancias se presentaran síntomas como los de la mujer. Y Charcot pronunció de pronto, con brío, estas palabras: «Mais dans des cas pareils c’est toujours la chose génitale, toujours… toujours… toujours!». [¡Pero en tales casos siempre es la cosa genital, siempre…siempre…siempre!] (…)
Sé que por un instante se apoderó de mí un asombro casi paralizante y me dije: Y si él lo sabe, ¿por qué nunca lo dice?"
Pues nosotros lo sabemos y lo decimos
para aclarar la clitorisación inductiva de ésta página