La violencia es la "bête noire" de cualquier postura o acción.
Hay que aproximarse a ella con mucho cuidado y precaución.
A toda costa tenemos que evitar dar la impresión de que somos partidarios de ella en cualquier 'cogitatio', idea, plan, postulado u organización.
Esgrimirla como arma de clase nos desacredita y nos descalifica, basicamente, ante el Estado represor. Y aqui esta lo curioso, contradictorio, significativo e iluminador: que nos descalifique, precisamente, lo que sin la violencia no podría existir: la explotación del hombre por el hombre como sagrada e inviolable institución.
Cristo no hizo una manifestación delante del Templo para sacar a los mercaderes que lo habían invadido para poner los tenderetes de sus cambalaches y sus negocios al por mayor, entró al latigazo y a patadas los sacó.
Es por eso que todo está permitido, todo, menos, claro, el método mas efectivo, práctico y positivo de sacar a los Mercaderes del Templo, el axioma de que:
"El mensaje, si no es violento,
no llega a su destino".
Y de ahi que éste sea el 'mensaje-ejemplo' más temido, prohibido y perseguido. Y con razón.
Porque la misma clase social que lo anatemiza está en el poder, precisamente, por su uso y condición, en éste caso, hecha ley, orden, dictum, jurisprudencia, intimidación, gobernación.
Todo, historicamente, es creado y mantenido por la violencia, por las muchísimas clases, ramificaciones y diversificación de la violencia. Todo.
Una de las sintácticas estrategias
que se usa desde el poder
para atajar este 'mal' es la "paz",
y su santo adverbio: "pacíficamente".
Todo debe caer dentro de éstos parámetros
si no será ilegal y rechazado
con la violencia más contundente.
Los grandes dictadores,
desde sus mares de violencia institucionalziada,
han forjado y erigido la "paz"
como el más perínclinto de sus logros.
El flamboyante truco es bastante obvio.
La violencia es el medio consubstancial de la dinámica de una sociedad dónde una pequeña minoría explota y domina a la mayoría de sus semejantes. No puede ser de otra forma porque nadie se va a dejar oprimir bajo un "por favor, discúlpeme usted..."
La historia del pasado y el presente es una viva y contundente representación de que la entera civilización (aparte de estar mantenida por el terror, como decía Adorno) ésta sostenida sobre el pilar de la violencia como operativo y funcional organismo encargado de crear y mantener un ex professo 'orden' de amortiguación dónde los antagonicos intereses económicos de las diferentes clases sociales puedan trabajar al alimon y perpetuar asi las inherentes injusticias y desigualdades de su interacción.
Ni que decir tiene que hay dos fundamentales clases de violencia que rigen el calendario historico en todo su esplendor:
la del oprimido y la del opresor,
la del jodido y la del jodedor,
la de la víctima y la del predator.
Todo depende de en que lado estemos
sobre éste polígono de fuerzas
en el cúal estamos condenados
a tomar una posición.
Y esto no es un 'maniqueismo' redentor
sino una descripción de los hechos
que van por delante de toda
añadida axiología o valor.
las inoperantes 'libertades'
y zig-zags posibles