Soy un obsesionado con la muerte,
tengo que admitirlo.
Para ser más exacto:
con el ser y no ser,
con el aparecer y desaperecer,
con el estar aquí y el mañana 'allí',
con el llegar e irse.
Y, claro, ¿cómo podemos llegar e irnos,
con la tremenda y transcendental vitalidad y flujo implícito en éste Unico y Transcendental Viaje
que hacemos, sin pensar, abismarse y cavilar
en ello con todos nuestros organos,
sentidos y tuétanos?
Imposible.
Imposible si queremos distinguir y separar
lo que es importante de lo que es secundario,
esguince y desgarro de todo lo existente
que, con conciencia, por la vida va pasando.
Simmel decia que "no es que la muerte sea importante, es que sin ella nada es importante",
y aqui el pensador aleman (¡otro aleman!)
clavó el clavo.
Para mi es una especie de 'Pathos del Viajero'. Pero lo que lo hace distinto del 'Pathos de Colon' es que aqui nunca veremos las "nuevas tierras a descubrir" porque ya llegaremos muertos a ellas, a la otra orilla de la expedición del viaje emprendido.
Y entónces nos damos cuenta de que estamos preocupados con algo desconocido en cuánto que nunca lo podremos experimentar ni sentir porque, un segundo antes, morimos: es decir, siempre estamos vivos hasta que dejamos de estarlo,
tautalógico, pero necesario expresarlo.
Y la muerte, de 'per se', en éste andamio, cae al otro lado, ni tiene papel que cumplir ni decorados levantados: es inexistente porque nunca la experimentamos. Es la negación de la afirmación de la que nunca nos bajamos, por lo tanto es una negación abstracta que nunca "disfrutamos".
Hubo una escuela sofista griega que postulaba que la muerte no existía por el incontrovertible hecho de que era algo inexperimentable en vida, lo cúal es un razonamiento axiomatico.
Entónces ¿a qué le tememos realmente?
Y así nos damos cuenta de que el "Timor mortis conturbat me" no es nada más que la expresión subterranea del "Timor vitae conturbat me".
Qué es dónde está el vértigo,
el "castigo".
Ya volveremos a ello
Spinoza decía que "Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida."
Y aqui hay una gran verdad.
Francisco Umbral --'spinozero' cabal-- se enganchó a ésta direccionalidad cuándo dijo que las medicinas y píldoras que tomaba no eran por miedo a la muerte, sino por miedo a la vida.
Otra verdad.
Así que es la vida, y no la muerte,
lo que nos preocupa en realidad.
Extraña especie la nuestra
que tiene invertidos los terminus
de las ecuaciones de su existencialidad.
Entónces, ¿todo ello quiere decir que la obsesión con la muerte lo que es es una obsesión con la vida por temor a perderla, que vivimos ofuscados con el sufrimiento y el desasosiego de que nos sea arrancado lo único que tenemos, la existencia?
Pero no es el miedo a entrar en algo que nunca vamos a experimentar, la muerte, sino el temor a salir de algo único, privilegiado e irrepetible que estamos experimentando, la vida.
Si.
Así es.
Nuestro "castigo" no es la muerte:
es la vida: "Timor vitae conturbat me".
La vida que un día perderemos,
el camino que conduce al cul-de-sac
de la entropía, de la deteriorización y el fín:
el desvanecimiento de algo increíble:
el estar vivos.
Ahora bien, ¿cómo puede ser la vida, la afirmación, ese "Timor vitae"?
No lo es en ningúna de los millones de criaturas que comparten con nosotros la vida en éste planeta ni, y aqui está lo "gordo", en ningúna de las que pueblan el Universo: porque todas ellas dejan de vivir, no mueren
(Dejar de vivir es totalmente distinto a morir: es arribar al fín del organismo que nos contiene sin ser condicionados por la carencia del inexistente después)
Obviamente, todo lo vivo muere; pero lo que queremos decir aqui es que, en el caso del hombre, el implicito conundrum, "Timor mortis conturbat me", es sui generis de nuestra especie, y la extraña característica que fabrica --en gran parte--
es nuestra cultura, comportamientos,
emociones, canguelos:
nuestra metafísica de desorientación.
¿Las otras criaturas no estan dentro de éste cuadrante porque no son lo suficientemente inteligente para ello?...
Qué tontería...
¿Desde cuándo la inteligencia,
la natural, produce sufrimiento?:
No.
No es ésto.
Entónces, ¿qué es?
Vamos a bifurcar los caminos para entrar en la curva vertical de Freud, en su "Sobre la Guerra y la Muerte" (1915):
"La escuela psiconalista ha podido ariesgar el aserto de que, en el fondo, nadie cree en su propia muerte, o, lo que es lo mismo, que subconscientemente todos nosotros estamos convencidos de nuestra inmortalidad"
Creemos que aqui el Maestro Vienés se 'coló'.
Se 'coló' en el sentido de que queda muy oscuro y enturbiado eso de decir que en el fondo, nadie cree en su propia muerte, y que, subconscientemente todos nosotros estamos convencidos de nuestra inmortalidad
No es verdad.
Todos, naturalmente, y aúnque tratemos inútilmente de taponarlo, creemos en nuestro propio fín(Sustituimos muerte por fín)
Y si el consciente, que es tan sólo la punta del iceberg que sobresale de nuestras aguas existenciales, nuestro "yo", lo sabe, ¿cómo carajo no lo va a saber el subconsciente si es, precisamente, toda la gran masa submarina que condiciona, conforma y le da vida a ese "yo" visible del iceberg?
No, aquí hay mucha "tela marinera" que cortar, analizar y exportar...
Además, por otra parte, ésta la contradiccion de que, al mismo tiempo, Freud creía en la pulsión de muerte que acarreamos, en esa tendencia inherente de todo lo orgánico a regresar a la no-tension (principio de Nirvana) de lo inorgánico, y si tenemos ésta pulsion, ¿cómo ello no va a formar parte de lo que somos en un sentido u otro?; y si forma parte de nosotros, ¿como es posible que el subconsciente, a pesar de albergar ésta pulsión, esté convencido de su inmortalidad y desde nuestro 'yo' no creamos en nuestro propio final?
Don Segismundo: en éste rompi testa no encajan las piezas que usted nos quiere encajar. Asi que debemos tomar nuestros propios derroteros trigonométricos y dejar su curva vertical...
Retomemos el mito que, en éste caso,
encaja aquí como anillo al dedo.
"Y a partir de ahora, morireís"
Nos castigaron después de la Transgresión.
Y aqui está la clave
Porque a veces son los mitos
los que tienen la clave.
Fue un "castigo para cumplirlo en vida",
por supuesto,
"no en la muerte", porque un muerto,
una vez fiambre,
no puede sufrir ningún castigo,
por lo que fue un "Timor vitae"
Se dirá: ésto es teológicamente subjetivo,
si, aparentemente lo es...si no estuviese conformado y confirmado por nuestra Historia, por el pasado y el presente, dónde vemos y verificamos que ese "Timor vitae" es el que genera el "Timor mortis".
Y esto sólo ha ocurrido y ocurre en una especie,
no porque haya una pulsión de muerte,
no porque nadie crea en su propia muerte,
no porque subconscientemente todos nosotros estamos convencidos de nuestra inmortalidad,
sino porque el vivir es lo que nos asusta
porque sabemos que un día
lo perderemos todo:
vivir asustados por la muerte
fue el 'castigo' a la transgression ancestral
(En Freud, el asesinato del padre)
"Soportar la vida es, y será siempre, el primer deber de todos los vivientes. La ilusión pierde todo su valor cuándo estorba lo que deseamos. Recordemos la antigua sentencia: 'Si vis pacem, para belum', 'si quieres conserver la paz, prepárate para la guerra', lo cual habrá que modificarlo en: 'Si vis vitam, para morten', 'si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte' --escribe finalmente Freud--
Y nostros lo volvemos a modificar:
'Si quieres soportar la vida,
prepárate --constantemente--
para plenamente vivirla,
para que la gestión calculadora de la vida
sustituya al "Timor mortis" '
......................
Epi-logo:
Las bizantinas y metistofénicas discusiones laberínticas que se alzan sobre la vida después de la muerte, o, lo que es lo mismo, la muerte despues de la vida, que son, en esencia, las mismas polémicas del siglo XVIII cuándo se debatia el tema de si los angeles tenían o no tenían alas,
aún rigen en el tabulario de nuestra cotidianidad historica como evidencia de que el "Timor mortis",
como el Cid Campeador, sigue ganando batallas después de muerto, aúnque después del "Porvenir de una Ilusión" de Freud, a los ángeles de marras
les cortaron las alas y hoy en día ya no vuelan como antaño, y los que tenían alas y volaron se cayeron en picado como Icarus porque iban pegadas con cera a un cuerpo de ilusiones que el sol del tiempo ha derretido y devorado, la luz de un tiempo
en el que, como dice Foucault, la vieja potencia de la muerte, en la cual se simbolizaba el poder soberano,
ha sido hipostasiada por nuevos signos de Vida contrapuestos a la dinamica autodestructiva de la
especie humana, como articuló el gran genio
de Wilhelm Reich, que no creía en el instinto de muerte como su maestro Sigmund Freud.