Afuera, el cantar de los grillos
levanta compuertas.
Dentro, el motor de la nevera
es barco de timón fijo que navega.
Y en medio, Cronos,
péndulos, galernas,
barcos hundidos
que esperan respuestas.
Y en cualquier lugar,
un Cosmos cuajado de Mentes
que Observan, desde lejos,
sin entender nuestros ríos sin mar.
He sacado a pasear
el perro de mi soledad
para que sus necesiades
no manchen la casa
de mi estabilidad.
En el cielo, estrellas.
En la tierra, el tiempo y la muerte,
los dos alternando su pasar.
Y en el aire el misterio que vuela:
bucles sísificos
de todos los días
sin poderlos aplazar.
Si se le pregunta a alguíen
para qué vive
nadie atina con la respuesta,
nadie sabe realmente contestar.
En realidad y en esencia,
nadie sabe para qué vive,
ni la consistencia de las velas
que lo llevan,
ni el genuíno propósito
tras el escaparate
que nos hacen levantar.
No se tiene meta.
Es una embarcación al garete
a la que se le trata de dar
direccionalidad...
Si se lepregunta a alguíen
para qué vive
oíremos toda clase de veletas
apuntando en todos los ángulos
en zig-zags,
pero todos salidos
del mismo tronco,
del mismo deseo de evadirse,
de escapar de la inseguridad,
de la soledad.
A principios del siglo pasado, las personas que acudían al psiquiatra --los que podian pagarlo, claro--, eran, principalmente, personas que sufrian de 'sintomas'.
Tenian un brazo paralizado, un síntoma obsesivo, por ejemplo, la compulsión de lavarse todo el tiempo, o padecían de ideas obsesivas que no podian dejar.
Es decir estaban enfermos en el sentido que la palabra "enfermedad" se emplea en medicina; algo les impedían funcionar socialmente según funciona la persona llamada 'normal'. Su concepto de la curación correspondía al concepto de la enfermedad.
Querían liberarse de los sintomas y su idea del "bienestar" era no estar enfermo. Deseaban estar tan bien como la persona media. Estas personas, en una época, constituyeron la mayoría que iba en busca de ayuda profesional.
Ahora, los que buscan esa ayuda, los nuevos pacientes, van a la consulta sin saber de qué sufren exactamente. No se tiene meta. Son galerías y túneles desentibados. (Yo les llamo los desentibados) Se quejan de de-presion, de com-prension, de insomnio, de apatias, de falta de esa fuerza motriz que le dá empujón y sentido a la vida, de ser infelices en su matrimonio, de no disfrutar en el trabajo, de no encajar con los demás.
Pero no ven que su problema no es la depresión, el insomnio, el matrimonio, el trabajo; no se dan cuenta de que ésto son sólo efectos (manifestaciones de otras cosas), no causas, no etiologías. No perciben que éstos efectos, estas quejas, son sólo la forma consciente en que nuestra cultura, (o, mejor dicho, la cultura de la clase social a la que pertenecen) les permite expresar, pero no intuyen que es algo mucho mas profundo en su epigénesis y raíz.
(Quizás porque hoy los problemas metafísicos estan encubiertos por el "pragmatismo" del empirismo físico)
El sentir, el sufrimiento común a éstas manifestaciones, es la enajenación de uno mismo, de nuestros semejantes y de la naturaleza, en una sociedad dónde la deshumanizacion de la humanidad es ya un caballo desbocado que ha perdido las riendas.
El aprehender, intimamente, esa conciencia que, mediante el 'detour' de su latente lenguaje, encubre el hecho de sentir que la vida se nos escapa de las manos como agua y que moriremos sin haber vivido, que existimos con los medios para sentir satisfacción y alegría (nos estamos ocupando de ésta tipología humana, y no de los hambrientos, claro), y que, sin embargo, no estamos contentos. No se tiene meta.
Lo llaman la "maladie du siècle".
El siglo de la fragmentación del hombre:
el nacimiento de la centripeta y letal individualidad,
de la separación,
de los seis cerrojos en la puerta,
de la desintegración de la 'civilización' occidental,
del "no trespassing private property",
del "solus ipse",
del intramuros que se nos desploma,
del manubrio del consumo que nos consume
...y pare usted el carro, don Pascual...
¿Para qué vive usted?...
Nadie atina con la respuesta
Un momento...
¿No será una pregunta equivocada?
¿No será tambien ésta pregunta producto
de la "maladie du siècle"?
Porque las preguntas tiene el abracadabra intimidativo
de que nunca cuestionamos la validez de las mismas
Porque lo mismo que hay contestaciones erróneas
también hay interrogantes erróneas.
Es lo mismo que el preguntarnos si la vida tiene sentido:
¿tiene sentido ésta pregunta?;
teníamos que preguntarnos;
y no, no lo tiene, claro,
porque si lo tuviera,
el sin sentido aun sería mayor.