azul cambalache,
auroras fingidas pero blancas,
cielo abierto, macetas, corral. agua,
Al-Andalus,
"dolce tempo della prima etade".
las cadenas en la infancia no existen
y nadie las abre,
solo la tribu, el suspiro, el ángel, el azabache,
la sospecha, el murmullo, la copla,
lo protegido, lo perdurable,
y el lamento en la guitarra cercana
que siempre arde.
a lo lejos los jitanos protestaban
en templos que se desplomaban
vacios sin nadie,
y el dolor, si, tras cortinas
bailaba al destello sin aire
con un azul negro y cambalache
de boinas con esmeraldas
coaguladas de aires.
el pulso desgarrado en la voz
se hace acusatorio valle.
un rejón clavado supuraba
y una flor movia atalayas.
alli escuché esta música de puñales
que llevo en las maletas del viaje
cuándo el polizón
escondido
las oye a la caída de la tarde.
corazon deshojado en el aguante,
surcos en balde,
y me disipo
y busco huecos
dónde hallar el minarete
que hable,
y retorno a ella
para demandarle
aquellas albas y nostalgias
que ya no abren
ninguna llave
y que en la infancia se graban
como ríos
que no encuentran el desague.