(La Doble Gran Metáfora está en la Luz que nos llega de estrellas muertas, apagadas, y cuyo resplandor sigue viajando como si aún existieran. Y está también en traernos un pasado a nuestro presente, o a nuestro futúro, como si el tiempo-espacio transbordara el misterio hacia insospechados surcos)
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De lejanas estrellas ya apagadas
la Luz está en camino.
(Es la distancia,
las sombras,
lo que retrasa su arribo)
No sabemos si nos llegará
dentro de cien millones de años
o mañana,
cuándo abramos los postigos.
Porque no sabemos
cuándo ha salido,
cuándo nació su destello,
su Principio.
Pero de momento
--si sabemos--
está cruzando y llegando
a otros planetas,
a otros sitios,
más cerca que nosotros
de ese Principio.
O quizás esté ya aquí
y nosotros no la hemos percibido
porque no teníamos abiertos
nuestros postigos,
esos ventanales
que tenemos cerrados
para que no entre el frío.
Quizás haya llegado hace tiempo,
mucho tiempo,
y éstas sombras
que nublan nuestro contorno
el verla lo han impedido.
Por eso, ayer, por ejemplo,
--tal vez tus sombras
habían huído--,
la ví en tus ojos,
en tu cuerpo,
en tus sentidos,
en tu silueta que camina
bajo esas estrellas apagadas
que antes de expirar
lanzan al Universo
su último y lumínico suspiro
para que alguien,
en algún lugar,
lo refleje y lo siga emitiendo
a lo largo del infinito...
(Es la distancia,
las sombras,
lo que retrasa su arribo)