...Y es que la semana tiene nombres,
días.
Los meses tienen nombres,
y semanas.
Los años tienen números,
y meses.
(Incluso podemos poner nuestra foto en ellos)
Y por si fuera poco,
los días tienen horas
para saber fijar siempre
dónde estamos.
Y resulta que a pesar de todo ello
aún no sabemos por dónde andamos...
Todo lo tenemos sustantivado,
enumerado, etiquetado,
como si no tuviesemos una ranura,
un vacío, sin etiqueta,
para salir al cielo,
al aire libre, y escaparnos.
Tal vez por ésto mismo
aún no sabemos por dónde andamos.
Porque para saberlo hay que escaparse,
en el silencio divino
que borra éste mercado,
y salir de éste atolladero
tan preciso y determinado
que lo vigila veinte mil satéites
desde el espacio.
Hemos perdido la libertad,
la noción de que la hemos perdido
y las ganas de aceptarlo.
Por eso, hoy, Lunes en los U$A
--dónde el hombre ha sido sacrificado--,
he tomado la poesía, 'El Silencio',
de mi coterraneo Federico,
para escaparme por la ranura de marras
y limpiarme en ésta nueva 'semana'
que nos han dicho que entramos:
Oye, hijo mío,
el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.
Y me he quedado sin Lunes,
sin semana,
sin mes,
sin año,
sin nombres ni números,
y con el reloj de las horas parado,
y sin satélites ni vigilantes espacios,
sintiéndo cómo
resbalan valles y ecos,
que ahora me llegan
en éste momento sagrado,
pero, eso si,
no con la frente inclinada
hacia el suelo,
sino levantada
hacia horizontes oteando...
...Vislumbrando que somos
termoestatos de 'máximas y mínimas
a los que no hemos sabido
hallarle una 'temperatura media'
que regule las cosechas
de nuestros campos.
Y por ello siempre estamos
o en la 'máxima o mínima',
o aburridos o exaltados,
o felices o desgraciados,
o en guerra o amando
...o poniéndole a todo
nombres y números,
horas o tiempo congelado,
para ver si clasificándolo todo
nos definimos y aclaramos
a nosotros mismos
y saber por dónde andamos...