Presa de Sabaneta, San Juan de la Maguana, República Dominicana, 1977. Aqui trabajó Juan de "ferrallista". Aqui nos hicimos amigos. Mas tarde me enteré de lo sucedido. |
Un 20 de Mayo,
Juan Mendoza llegó a Nueva York.
La colonia dominicana
en el puerto lo recibió.
Padres, hermanos, hermanas,
primos, tíos, amigos, sobrinos,
la tribu unida soportando
el grillete del exilio.
La polícia, a distancia,
vigilaba como ganadao perseguido.
"Que pena" --dijo Juan entristecido--
"que tengamos que emigrar
al mismo país que nos jode vivos"
Nadie reparó en la frase
del bienvenido.
En la algarabía sus palabras
cayeron en frío.
Llegaba a Nueva York
en busca de un trabajo digno
que nunca había tenido;
de un bienestar
que nunca había sentido.
Su madre lo besó
como la última esperanza
que reencarba su hijo.
Cinco años mas tarde,
cuándo lo acusaron
de un crimen
que no había cometido,
camino de la silla eléctrica,
cómo un fantoche hundido,
recordó aquella palabras
en el puerto de Nueva York
entre familia y amigos.
Kailua-Kona, Big Island, Hawaii,
Mayo, 20, 1993