"Pensar es, en verdad, y esencialmente,
la negación de lo que nos rodea"
(Hegel)
Si lo afirmamos no lo pensamos
porque lo dejamos tal como está,
y esto no es pensar.
En la famosa historia del Zen, "La Taza de Té", realmente, "la taza no hay que vaciarla", como le dijo el Maestro Zen al profesor universitario:
"Hay que negarla...con todo su contenido".
(Aqui, el Maestro Zen se equivocó. Todos nos podemos equivocar, todos somos monos-vestidos, incluso los Magisters del Zen.
Primero, ¿por que se tenía que "vaciar" --y desperdiciar y renunciar-- el profesor universitario de todos sus conocimientos?
--Si, de acuerdo, Señor Magister, yo vacío, niego mi taza para entender el Zen cuando usted vacie y niegue la suya para entender a Hegel, Marx, Freud, Reich, Jasper, Lukács, Merleau-Ponty, Heidegger, Camus,
Levi- Strauss, Lucien Malson, Lewis H. Morgan, Stephen Hawking...etc., etc.--le tenia que haber dichio el profesor.
Pero esta es una interpretacion que nunca se dá de la "Taza de Té debido a la intimidacion que causan los Magisters Ludis. Y es que el espiritu de rebelion, de negacion, esta muy inhibido...y logicamente, si no se vendria abajo todo el Panopticon Mental que nos vigila)
El "Me rebelo, luego existo"
--el motto de Albert Camus en su "L'home Révolté"--, luego transciendo cualquier trampa,
cualquier círculo, sigue siendo para nosotros la adecuada respuesta dialéctica de ese Perpetuum Mobile que nos tiene que llevar y guiar -cruzándo todo los 'círculos'-,
entre la cuna y la tumba,
en un 'orden social' que nos niega
y en un 'orden natural'
dónde ya nacemos
con la sentencia de muerte.
La insurrección social y la metafísica
van de la mano,
se complementan,
se afinan y se conjuntan,
y le dan a nuestro ser
la auténticidad que necesita.
Es esa auténticidad la que hace posible el compromiso ontológico de reconocer
que somos un "ser para la muerte"
-como dice Heidegger-, y es sólo
esa doble insurrección la que nos puede proporcionar el carácter genuino por el cual nos aprehendemos a nosotros mismos
en la verdadera situación en la que existimos.
Y es entónces cuándo repetimos con Bazarov:
"Soy un extraño al orden de las cosas existentes: no tengo nada que ver con ello"
Pero vamos más lejos que el personaje
de Turginev, porque no sólo somos un extraño al orden de las cosas de los hombres,
sino al orden de las cosas en ésta clase
de Naturaleza aqui en la Tierra: al 'orden' bajo el que funciona nuestra "sapiens" cabeza.
Y a pesar de que el primer 'orden' es cambiable y el segundo no lo es,
la insubordinacion física y metafísica,
la auténticidad que nuestro compromiso ontológico necesita,
no hace entre ellas ningúna diferencia,
pués en la rebelión del motto en "L'homme Révolté", es indispensable el abarcar siempre éstas
'dos insurreccionales orillas'.
Porque dado que hagamos lo que hagamos,
en el plano metafísico,
siempre seremos ese "ser para la muerte",
ello nos dá un insoslayable derecho accional
a negar y rebelarnos incluso
contra lo que no se puede cambiar.
Y es ésto lo que tenemos que grabar
-pintándolo con la 'escoba' o echándoselo al aire cómo polen a germinar-
en ese último círculo, vacío ya,
de éste Pepetuum Mobile
por dónde nos hacen pasar. |