Saturday, February 9, 2013
LOS VECINOS
Los vecinos.
La frase, ademas de cliché, es verdad:
los vecinos de ahora no son como los de antes.
Bueno, claro, con todo pasa lo mismo:
nada de lo de antes es como ahora.
Como dice la zarzuela:
los tiempos han cambiado una barbaridad.
Exáctamente: una barbaridad.
Y barbaridad viene de bárbaro.
Es el barbarismo actual.
La diferencia está en que los bárbaros
de antes no tenían que sonreir:
no había nada que promocionar.
Antes, los vecinos,
casi casi pertenecían a la familia,
ahora ni la familia nos pertenece.
Todo se ha descompuesto.
Todo se ha desparramado.
Entropía termodinámica y social
Somos un mundo
de desplazados y desparramados.
Lo único que aumenta
son las cerraduras en las puertas.
Por eso cada día es mas díficil entrar.
Y salir.
Es Lo propio de la Propiedad.
De Lo nuestro.
De Lo que nos pertenece
Somos lo que tenemos.
Somos nuestra privacidad.
Nuestra intimidad.
El "Solus Ipse" tras mi puerta atrancada.
Y nos amalgam-amos y mimetiz-amos
mas y mas con nosotros mismos.
Y aqui gana Kierkegaard y pierde Marx.
Cada vez nos soportamos menos
los unos a los otros porque vivimos
más tiempo con nosotros mismos
que con los otros.
Cada vez perdemos mas la costumbre
de tratarnos los unos a los otros.
Una tragedia callada y hablada.
Hemos pasado
del "transporte público" al "transporte privado".
Todo lo que "transportamos"
pasa por esta via estrecha
de único paso y cadalso.
Sobre este ángulo,
y en todos los sentidos,
el régimen impone
sus para-metros y para-kilometros.
como si las unidades de medida
ya no pasaran por nuestras manos.
Y la culpa la tienen las cosas:
--Aunque es como responsabilzar
del crimen a la pistola, pero
dejemoslo ahi, en las cosas--
Proudon demostró que toda propiedad es un robo.
Ya se sabía pero lo que molesto
fue que lo demostrara.
Y nunca se lo perdonaron. Claro.
Al ladrón no le gusta ser descubierto.
Y todos somos ladrones
(Y a pesar de que esta afirmacion le convenga
a los ladrones, lo decimos
porque en un regimen basado en el robo
-en la propiedad privada--
todos participamos y aportamos nuestro
granito de arena --otros aportan montañas--)
Se produce,
se consume,
se tira,
se explota
y se oprime más que antes:
tenemos mas,
somos menos.
(No hay que leer los 'Manuscritos' de Marx para saberlo)
Y cada día somos menos:
meras piezas de un engraneje machi-hembrado
en el cual lo peor es que nos hacen creer
que participamos (Ernesto Sabato)
Este es el epicentro.
El axis mundis que nos devora
sin sentirnos devorados.
El capitalismo (¡ay, ya lo dije!) necesita vital-menete
este fetichismo.
El fetichismo es un canibalismo sin morder.
Y aqui está la paradoja mortal:
el absurdisimum de éste baile de disfraces:
para sobrevivir tienen que destruir.
¿Política-Antropológica?
Hay que vender, hay que comprar.
Esto es ya la compulsión.
El gran melón a comer sin calar.
Una mala mansturbacion con el muñon.
Una debaclé orgiástica sin orgasmo
que toca las puertas del manicomio
para que el psiquíatra salga a recibirnos.
Y ya no hay marcha atras.
Hemos ido demasiado lejos.
Pero el tema es el de los 'vecinos'.
Ya no hay vecinos.
Nadie es vecino de nadie.
No hay vencidad.
No hay comunidad.
Hay distancias,
Alie-nación.
Alie-país.
Lejanías.
¿"El hombre, un ser de lejanias"?
Y, total, como tenemos tantos cacharros
con los que entre-tenernos
(¡tenemos la inter-net!)
que carajo nos hace falta el 'otro'...
si hasta Sartre decía que "el infierno es el otro"
Quizás todo fue un cuento que nos contaron
y nos contamos.
Porque aún no se conoce la epigénesis de los cuentos.
No sabemos dónde se originan,
si endógenamente o exógenamente.
Quizás eso de los "vecinos" de antes fue una fábula
que nos contabamos para soportar al 'otro' cuándo
no habían otras alternativas convivenciales
porque el dinero no alcanzaba para mas.
Y al vernos condenados a soportar al vecino,
por instinto de sobrevivencia,
se creaba una red de montada solidaridad
del 'podria usted prestarme una tacita de azucar'.
Pero en el momento que pudimos ir a comprar toda
el azúcar que queríamos...se acabó el vecino.
Fue aquel momento en el que comenzó
a sernos menos necesarias las ayuditas
del humano colindante
porque las cosas se hicieron mas asequibles,
las casas más confortables
(pobres aparte)
y la privacidad --la soledad-- nos envolvió
en el mágico espejo que reflejaba el narcisismo
de nuestra propia imagen y ego a adorar y cultivar
...Y fue entónces cuando el vecino empezó
a importarnos un pepino:
ya no nos hacía tanta falta como antes.
Luego fue el mito nacido de la necesidad.
O la necesidad emanada del mito.
Que es igual.
La cuestión cuestionera es que hoy ya estamos
tras la puerta cerradisima
del No trespassing private property,
que es el colapso final,
--el control que los ricos siempre
soñaron con alcanzar--,
no solamente del vecino y la vencidad,
sino del hermano y la familiaridad,
del humanismo y la solidaridad,
de cuyo volcan emana toda la lava
de la deshumanizacion de la humanidad,
y aquella cascara humanística de camaraderia
con la que, todos juntos,
asaltabamos los Palacios de Invierno
de nuestra Vecindad,
la que hemos arrastrado por milenios
cuando unos a los otros
nos haciamos mas falta
que en ésta era enaje-nada,
cibernetica y tullida,
peligrosa, psicótica,
estúpida y naufragada,
donde la tele,
la com-puta y los coches,
son los unicos 'vecinos'
a los cuales, si, le podríamos
seguir pidiendo la tacita de azucar de marras,
pero esperaríamos en vano
a que nos la traigan,
vecinos que habeís desaparecido del mapa...
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