El famoso esqueleto-fósil de nuestro antepasado, "Lucy" : tres millones quinientos mil años de antiguedad. |
Pasamos por muchos puentes en la vida...y en la muerte.
Las etapas y puentes por los que cruzamos en la vida,
desde el alfa al omega, son muy conocidos ya.
De lo que nunca se habla, lo que nunca se menciona,
es el puente, el ciclo que aún estamos destinados a recorrer
--en caso de que no quedemos reducidos acenizas, claro--, despues de morir, despues de que Tanatos nos llame.
Y es la fase mas curiosa y 'sui generis' de todas,
y por la obvia razón de que es el trecho
que aún continua de nosotros pero sin nosotros,
la estela del barco sin el barco:
lo que sigue viajando de nostros sin nuestro permiso,
sin haber pagado el billete oficial,
ese 'polizon' que llevamos taponado
en las bodegas de nuestro barco vivencial:
es el esqueleto.
Y, por si ésto fuese poco,
es el puente más largo por el que tenemos que pasar.
Por ejemplo, y sin ir mas lejos, el esqueleto,
el fósil del mas famoso de nuestros ancestros,
"Lucy", tiene tres millones quinientos mil años de antiguedad.
El último puente por el que pasamos es el fósil,
la osamenta,
el esqueleto,
ese mismo que ahora sustenta,
oculto a mis ojos,
mis dedos al escribir.
Y es que nuestro último puente siempre
permanece oculto o sepultado:
o bajo la carne, como ahora,
o entabicado,
o enterrado.
Pobre esqueleto que nadie ni puede ni quiere ver.
Eres algo semi-eterno que llevamos dentro
y no te sabemos apreciar,
puente por el que también cruzamos
en nuestra móvil espiral.
A ti, inconsiderado esqueleto,
como homenaje a tu claustrofóbica existencia,
que nada nos demanda y todo nos lo dá,
te escribo estas líneas
en consideración y agradecimiento
por soportar nuestras vidas,
no solamente hasta el momento final,
sino aún después de dejar de respirar.
A ti, "polizón" paciente
que continuarás el viaje
después de que nuestra nave
se haya hundido
y surgas triunfante del naufragio
que de ello emanará para perpetuarnos
a través del tiempo y su temporalidad...
te escribo éstas líneas
en gratitud por soportarnos
y acarrear nuestro viaje
siempre hacia un más allá.