La existencia humana es una mesa con cuatro patas.
Aúnque nacemos con dos --mesa inadecuada--,
aúnque andemos a gatas.
Y con el tiempo vamos creciendo,
y con la madurez y la experiencia
alcanzamos --aúnque no siempre- esas cuatro patas.
Las cuatro tienen que tener la misma longitud,
y, además de ello, claro,
apoyarse en un suelo nivelado.
No siempre éste ideal se alcanza.
Porque podemos tener las cuatro patas iguales
pero las desniveladas circunstancias
del terreno dónde estamos
también nos hacen coja la mesa de marras.
Lo cual implica que hay dos clases de cojeras
en ésta "tabula rasa": la del suelo y la de las patas.
(La del suelo es solucionable
porque todo depende de cómo se maneje
la moto-niveladora social humana,
--aúnque los que viven de ésta pendiente
siempre se opondran a la meseta horizontal--,
pero la cojera endógena de las patas
que cada uno de nosotros
llevamos dentro en potencia
...uf...ésta es inarreglable
porque cualquier día,
al levantarnos por la mañana,
aparecemos con ella sin saber por qué.)
Yo el terreno lo tengo horizontal
(soy topófrafo histórico)...pero hoy me he levantado
--metí la pata-- con una pata más larga
que las otras.
Imprevisibilidades del amanecer a un nuevo día.
(Deben haber sido los sueños, esos "asaltos meseros"
que sufrimos cuando dormimos y los soldados
que defienden el cuartel de nuestras creencias oficiales,
en lugar de realizar su trabajo
también se nos duermen con nosotros)
Entónces lo que hago es buscar un suplemento,
una cuña, algo que pueda poner debajo
de la pata estropeada para encontrar
la horizontalidad deseada.
(A las otras mesas no les gustan ver una mesa coja,
seguramente porque le hacen ver sus propias debilidades
fragilidades, temores e inefi-ciencias)
Busco, busco esa maldita cuña y no encuentro nada.
Y me siento delante de la mesa coja,
a coger ideas, a reflexionar,
en cómo el caso solucionar.
Y noto que las cosas que tengo encima de la mesa,
las mas redondas,
sobre el plano inclinado formado,
caen al suelo.
Me agacho a buscarlas y, sorpresa,
me encuentro conque hay otras muchas más
esparcidas por el suelo que debíeron caerse
en otros días cuándo no me había dado cuenta
de la asimetría de la mesa...muchas, muchas mas...
Y me digo:
Si la mesa no se hubiese quedado coja
nunca las hubiese podido encontrar
...algo que por tanto tiempo he buscado
infructuosamente cuándo la mesa
estaba nivelada sobre el cotidano altar.
'No hay cojera que por bien no venga',
me digo, ya con la cuña en la mano
para suplementar la pata más corta
con la que hoy me he levantado.
http://sisifocansado.blogspot.com/2012/01/hoy-me-he-levatado-con-la-mesa-coja.html
