Viviendo en El Estoril, Portugal, Juan de Borbón mandó a su hijo --siendo niño-- el Bobón Juan Carlos, a España para que se educara allí.
Y allí lo cogió el Terrorista del Ferrol (TF) bajo su ala y tutela para, más tarde, 'instalarlo' como su sucesor de su ecuación
de todo "atado y bien atado".
En vista de ello, Juan de Borbón --que no quería un "producto de Franco como rey en España-- comienza a cambiar la balanza de sucesión del 'trono de España' del Bobón --que era el primogénito-- a su otro hermano, Alfonso.
Tenemos que decir que el TF tenía micrófonos instalados en la casa de los Borbones en Estoril y sabía perfectamente lo que se decía en ella.
El Bobón, a los dieciocho años, por Pascuas, regresa al Estoril de vacaciones; y es entónces, cuándo, estándo los dos hermanos sólos, se produce el "accidente" del balazo en la cabeza que mata a Alfonso.
El caso se cerró en el mas absoluto silencio.
Para Amadeo Martinez Inglés fue un asesinato.
En su libro "Juan Carlos I, el Ultimo Borbon",
lo explica muy bien.
le he denunciado como homicida confeso (que lo es)
Amadeo Martinez Ingles, ex-coronel del ejército,
escritor e investigador histórico,
es uno de esos personajes que encajan perfectamente
en aquellos famosos versos de Machado:
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
:::::::::::::::::::::::::::::::::
"Ningún hecho político trascendente ha tenido lugar en este país, durante los últimos treinta años, que no fuera previamente autorizado o decidido por el rey Juan Carlos I, afirma con rotundidad el coronel Amadeo Martínez Inglés. La defenestración de Arias Navarro, el nombramiento de Adolfo Suárez, las conversaciones con Santiago Carrillo, la legalización del PCE, el 23-F, el Juicio de Campamento, los GAL, las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior, el apoyo logístico a la Primera Guerra del Golfo, los nombramientos de la mayoría de los ministros y de todos los de Defensa, las conversaciones con ETA..., son quizá los más importantes, pero no los únicos, en los que el inefable inquilino de La Zarzuela ha intervenido directamente haciendo valer una autoridad y un poder personal que en absoluto contempla la Constitución, según el militar." |
En absoluto. La monarquía en España hace ya muchos años que está muerta. Los españoles, eufóricos, la enterramos el 14 de abril de 1931 echando a patadas al estúpido y cobarde rey Alfonso XIII. Lo que tenemos en este país desde el 22 de noviembre de 1975, enquistado eso sí en la jefatura del Estado, es un cadáver político, una momia histórica, un zombi social e institucional sacado de la tumba por el poder omnímodo y testicular de Franco, que se ha mantenido todos estos años por dos razones fundamentales: el miedo de la ciudadanía al Ejército y a una nueva guerra civil y el deseo de pervivencia del aparato del anterior régimen con su cohorte de poderes fácticos: banca, iglesia, nobleza latifundista…
Pero esa situación ha cambiado drásticamente, el pueblo empieza a darse cuenta del engaño y tomadura de pelo que representó la Constitución de 1978 metiéndole de matute otra vez a un Borbón y todo hace pensar que las horas de la monarquía en España están contadas.
En absoluto. No creo que a esos poderes fácticos, y en particular al Borbón que todavía ocupa la jefatura del Estado español por una pirueta testicular del dictador Franco, les interese lo más mínimo que mi humilde persona, de uniforme militar por supuesto que da muy bien en los juzgados y en las televisiones, coja por banda a un juez y durante horas y horas le cuente con pelos y señales las andanzas (muchas de ellas presuntos delitos) del “campechano de La Zarzuela”.
Yo soy un historiador militar que lleva casi treinta años estudiando a fondo la llamada modélica transición, algunos años más los entresijos del Ejército español y, desde luego, conozco a fondo, porque he trabajado en puestos muy importantes de la cúpula militar, el por qué, el como, el cuando, el lugar, las razones ocultas y, por supuesto, los protagonistas de las mayores chapuzas (incluidos crímenes de lesa humanidad) que han tenido lugar en este país durante los últimos seis lustros.
Muchas de estas barrabasadas del poder y de estos crímenes (de Estado y no de Estado) ya los he puesto en conocimiento de las Cortes españolas y del resto de instituciones del Estado, a través de prolijos Informes, alguno de ellos con más de cuarenta páginas de extensión. Y en estos momentos estoy a la espera de que el Congreso de los Diputados, que recientemente los ha admitido a trámite y estudio, se digne designar la Comisión de Investigación parlamentaria que he solicitado para que depure las presuntas responsabilidades del rey Juan Carlos I.
En su descripción del rey, lo tacha de mediocre, vividor, y franquista. ¿Qué es lo que nos han vendido entonces?
Y no solo lo he tachado de eso que usted dice. En mis escritos a las Cortes, al Gobierno de la nación y a otras instituciones del Estado, le he denunciado como homicida confeso (que lo es) y, también, en grado de presunción por el momento hasta que no digan lo contrario los representantes del pueblo soberano (los jueces no pueden hacerlo): como asesino (de su hermano, el infante D. Alfonso de Borbón), malversador de fondos públicos (pagos de chantajes sexuales), terrorista de Estado por omisión (GAL), golpista (23-F) y reo de alta traición, cobardía ante el enemigo y genocidio (en grado de colaboración necesaria) por el bochornoso pacto secreto que suscribió en 1975 con el Departamento de Estado norteamericano y el rey Hassan II, siendo jefe de Estado en funciones, para la entrega del Sahara Occidental español a Marruecos.
Usted asegura que no está de acuerdo con aquello de que "el rey reina, pero no gobierna", sino todo lo contrario...
Este rey, Juan Carlos I, y así lo he denunciado también en mis libros e informes, se ha valido todos estos años (sobre todo hasta la salida y posterior procesamiento del general Manglano, director del CESID) de la información privilegiada que ha recibido, y recibe, de los servicios secretos militares y de la cúpula militar, para ejercer un poder omnímodo, casi total, muy superior al que contempla la Constitución para su figura. Ha ejercido como un dictador en la sombra, entre bambalinas, presionando y pasando por encima (si hacía falta) de todos y de cada uno de los presidentes del Gobierno elegidos democráticamente por el pueblo español.
¿Cree que el Rey conocía de antemano los preparativos del golpe de Estado del 23 F?
No solo conocía los preparativos, es que el golpe del 23-F (en realidad no fue un golpe sino una maniobra político-militar borbónica) fue planificado, preparado, organizado, coordinado y, finalmente ejecutado, con su autorización y beneplácito. Por los generales Armada y Milans. Todo lo relativo a este falso golpe de Estado, que he estudiado durante más de veinticinco años, está publicado en mis libros y, sobre todo, en el último y definitivo: “La Conspiración de mayo”, que acaba de salir a las librerías después de sortear algunos inconvenientes sembrados desde el poder.
También califica esta democracia como una nueva dictadura.
Al rey Juan Carlos le he calificado de “dictador en la sombra”, como jefe de un Estado en el que no “reina” precisamente una verdadera democracia sino una meramente formal, posibilista, descafeinada, de cara al exterior, sobre todo a una Europa que nos acogió en su seno democrático después de pensárselo dos veces. Me parece que ya lo he dicho con anterioridad, aquí se vota sí cada cuatro años pero estamos todavía muy lejos de que el pueblo español, como reza la actual Constitución en una especie de brindis al sol, sea verdaderamente soberano. Durante estos últimos treinta años de “modélica” transición han mandado los de siempre, los franquistas que se subieron a última hora, y tapándose sus vergüenzas, al carro de un franquismo coronado.
¿Ha perdido muchos amigos con estas afirmaciones?
En absoluto, todo lo contrario. Cada vez tengo más amigos y muchos, muchísimos ciudadanos, me saludan por la calle y me manifiestan su apoyo a todo lo que manifiesto y escribo. En la manifestación contra la guerra de Irak, el 15 de marzo de 2003, me abrazaron miles de personas entusiasmadas porque un militar de uniforme saliera a la calle a decir lo mismo que ellos decían. Siempre recordaré aquél día, igual que recordaré la marcha por la República a la que me sumé, también de uniforme, el 22 de abril de 2oo6.
Le diré, para acabar de contestar su pregunta, que en estos momentos tengo más de 30 invitaciones de Ateneos, Asociaciones, Centros culturales, organizaciones políticas…para visitarles e impartir una conferencia. ¡Lástima que no pueda complacerles!