Luces en la lejania de la noche en el mar. Barcos que nos esperan para llevarnos a navegar |
La filosofía no es ni una ciencia entre otras ni un producto de la cosmovisión; ella es más originaria que toda ciencia e igualmente más originaria que toda cosmovisión. Solo vale que nos baste de una manera adecuada, es decir, que todos y cada uno nos transformemos siempre en el filosofar en nosotros y hacia nosotros mismos. Mientras nos movamos de aquí para allá en la duplicidad de frases teóricas y máximas prácticas no estamos todavía en la filosofía.
Lógica y metafísica se fundan en la comprensión del ser, que se determina mediante la diferencia ontológica, éste nos parece abstracto, árido y vacío, y sin embargo, tenemos que preguntar: ¿qué es comprensión del ser?
La libertad para el fundamento es el balanceo en la sobreexcitación, en aquello que nos aparta y da lejanía.
¡El hombre es un ser de lejanía! Ysólo mediante la auténtica lejanía originaria que le conforma en su transcender hacia todos los entes, viene a él la verdadera cercanía a las cosas en su origen. Y sólo el poder oír en la lejanía temporaliza el despertar de la respuesta para ese hombre, al que le debe ser cercana."
(Heidegger Martin, Metaphysische Anfangsgründe der Logik im Ausgang von Leibniz,G.A. 26, Klostermann, Frankfurt, p.285.)
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"Un ser de lejanías"
Francisco Umbral
"Lo primero que tiene que entender el escritor y el artista es que escribir en presente es condenarse al pasado. El espacio natural del creador es el pasado, porque el creador sí que es un ser de lejanías.
“El hombre es un ser de lejanías”. La definición de Heidegger es muy compleja y no vamos a desmembrarla ahora, sino sólo a explicar por qué yo me la adjudico, al menos en lo que me concierne. Umbral, ser de lejanías. ¿Qué lejanías?
La primera lejanía del ser humano es el nacimiento. Nada recordamos de nuestra vida prenatal, aunque conservemos muchos tics y calorías de aquellos meses, como, por ejemplo, la tendencia a la postura del feto o el uso del pulgar como chupete, que en algunos adultos sigue vigente. Pero ,en puridad, la lejanía de la prenatalidad y la primera infancia es una lejanía insondable para uno mismo: se empieza a tener recuerdos conscientes a partir de los tres o cinco años.
¿Y qué se puede fundar sobre esta ignorancia? Somos dubitativos toda la vida porque no sabemos de dónde venimos, ni cómo, sino de una lejanía que puede remontarse años o siglos. En efecto, también la herencia secular nos deja muchos estigmas.
El hombre nunca llega a completar su personalidad, porque es una figura donde le faltan el principio y el fin. O sea la muerte. ¿Cómo será nuestra muerte, qué sabemos de ella, cómo nos la imaginamos, o no nos la imaginamos siquiera? Tampoco se puede fundar ni fincar nada en el espacio de 70 u 80 años de una vida, ignorando el principio y el fin.
Todo lo que ignora, el hombre tiende a suplirlo por una indefinible distancia. Esta es una tendencia que nunca nos han explicado los psicólogos, pero ignorancia es lejanía. No se le puede exigir al hombre que erija nada entre dos lejanías, y lo más que erige es una religión, una superstición, nada.
El hombre cabal no es más dogmático porque no sabe nada de sí mismo. Y quien no se resigna a esto se inventa un putrefacto religioso o político. Así pues, el ser de lejanías puede y debe asumir su lejanía, y desde ella mirar y pastorear el mundo, por utilizar otro verbo muy caro a Heidegger.
Frente a estas lejanías liminares, ¿es el presente una cercanía, una inmediatez, una realidad tangible? Quizá tampoco, porque el presente es otra lejanía, algo que vivimos como presente y mañana ya es pasado. Un presente que viene gestándose, si es festivo o triunfal, pero que luego pasa entre dos copas de champán. El champán tiene más presencia, continuidad y sentido que el presente. Las burbujas del presente se dibujan ya en el pasado, como el fuego de la chimenea se adelgaza en el humo dormido del cielo. Estamos condenados a la lejanía, antes y más y mejor que al infierno. Nos aproximamos a la tribu compleja de la realidad, del presente, del día de hoy, y nuestra sola presencia, nuestra sola memoria lo hace futuro, algo que se transmuta en pasado mientras lo miramos. Es lo que yo he llamado la “memoria simultánea”, con sus magias.
En principio todos somos seres de lejanías, salvo los animales, que viven un presente absoluto (y por eso los amo tanto). Y lo mejor que se puede hacer con esta situación es convertirla en una condición creadora. Así, de Leonardo a Magritte. La Gioconda es todo menos presente. Magritte se complace en explotar el presente en sus cuadros, mediante el absurdo. Faulkner juega con los tiempos verbales. La acción no ocurre nunca en un presente, sino en un juego de temporalidades. El “flash/back”, inventado por el cine, lo asimila en seguida la novela.
El presente ha perdido prestigio literario, desde las modas hasta las artes. Se llevan, en indumentaria, los años 70 u 80, pero de ninguna manera los 90, que están demasiado cerca.
El presente es mentira, no tiene credibilidad, y por eso el hombre 2001 se convierte en pastor de lejanías hacia delante o hacia atrás. Lo “camp” y la ciencia/ficción tienen más prestigio que nunca. El futuro nos hace jóvenes y el pasado nos prestigia. Tener un pasado ya es tener algo cuando no se tiene nada. Los muy viejos tienden a contar historias antiguas porque fueron su presente, o eso creen ellos.
El presente no existe y esa es la herida que mana del hombre.
Nadie sabe qué hacer con su pasado ni con su futuro, salvo organizarlo en cumpleaños. Sólo los creadores hacen del pasado A la busca del tiempo perdido o hacen del futuro la obra de Orwell o Huxley.
Lo primero que tienen que entender el escritor y el artista es que escribir en presente es condenarse al fracaso. El presente en seguida se pone viejo. El espacio natural del creador es el pasado, porque el creador sí que es un ser de lejanías.
La lejanía es lírica y es narrativa. Cervantes no acertó hasta que no entró en un tiempo mágico, entre la Edad Media, el Renaci-miento y el presente aldeano. Vale más ser aldeanos que ser postmodernos..."
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La una de la madrugada.
Canta un pájaro en la lejanía.
Me escucho a mí mismo en cercanía.
Bebo vino.
Como pan.
Y la noche se hace densa,
quieta,
profunda,
visceral.
Lontananzas ingrávidas
se acercan y se alejan a la par.
Se des-aleja el olvido,
el presente se hace ovillo:
el hilo teje en la noche
crisálidas de la que nunca salimos.
¿Será cierto que
'El presente no existe y esa es la herida
que mana del hombre'?
Me subo en la distancia
--con otro vaso de vino--
y duplico los sentidos.
Sobre todo el oído.
Oigo al mundo,
su zumbido,
y al mismo pájaro
que ahora trina sin sentido.
Ahora escucho lo lejano
como si todo estuviese próximo, unido.
Y me des-alejo....
"Desalejamiento como forma de ser del 'ser ahi' en lo que respecta a su 'ser en el mundo', no entendemos lo que llamamos 'lejania' ('cercania'), ni mucho menos 'distancia'...'Desalejar quiere decir hacer desaparecer la lejania de algo...El 'ser ahi' es esencialmente des-alejador, en cuanto es el ente que es..."
(Pagina 120. "El ser y el tiempo". Heidegger.
Fondo de Cultura Economica. Mexico, 1951)
"El 'ser ahi' es esencialmente des-alejador".
Umbral,
umbral de entradas y salidas,
se equivicó.
--Todos nos equivocamos
quizas yo ahora tambien me este equivocando,
pero tengo que continuar--
Nos desalejamos de todo.
"En el 'ser ahi' está insita una esencial tendencia a la cercania"
(Pagina 120)
Umbral no contó con el "ser ahí",
con el ser en su "historiograficidad".
Umbral trató se escapar.
Todos tratamos de escaparnos.
De poner distancias, espacios,
entre nosotros y lo que evitamos:
la muerte, claro
Pero no podemos.
Porque no somos inmortales.
No podemos porque todo son cercanías.
Trenes de cercanias que no van a ningun lado,
tan solo...al lado, junto, próxima orilla,
todo lo que ya tocamos,
todo lo que llevamos,
todo lo que acarreamos:
principio y fin de un "ser ahi"
que postula, a cada instante,
su inminente colapso.
No somos una
"figura donde... faltan el principio y el fin"
¡No tenemos esa suerte!
Porque es, precisamente,
ese alfa y ese omega,
el acercamiento que, punitivamente,
nos acerca a conocer...
"Cómo será nuestra muerte".
Y aqui se nos terminan
todas nuestras lejanías...