Tuesday, July 27, 2010
"SIDARTA", HERMANN HESS
"¿Tienes alguna doctrina, algún conocimiento o creencia en la que te sustentas, algo que te ayude a vivir sobre el camino acertado? (Govinda)
"Sabes, mi amigo, que, aún de joven, cuándo viviamos como ascetas en el bosque, era un escéptico sobre maestros y doctrinas, y no seguía ni a uno ni a lo otro. Y sigo con la misma actitud, aunque, tengo que admitir, he tenido desde entónces muchos maestros. Una bella cortesana fue mi maestra por mucho tiempo, un rico mercader, un jugador de dados. En una ocasión, un monje vagabundo que seguía a Buda también fué mi maestro...Pero, sobre todo, he aprendido de este río y de mi predecesor, Vasudeva. El fue un hombre simple, no era un pensador, pero aprendió lo esencial, al igual que Gotama" (Sidarta)
"Me parece, Sidarta, que aún sigues tan bromista como antaño. Creo que no has seguido a ningún maestro ni a ninguna enseñanza, pero, déjame preguntarte: ¿no has sido fiel a ciertos pensasmientos e ideas?; ¿no has descubierto ciertos conocimientos que te han ayudado a encontrate a ti mismo y a vivir dentro de un marco armónico?. Te agredecería si me dijéses algo al respecto" (Govinda)
"Si, he tenido pensamientos y conocimientos a lo largo de mis experiencias, aquí y allá. Algúnas veces, por unas horas o días, he cobrado conciencia de ciertos conocimientos, lo mismo que se siente la propia vida en el corazón. He tenido muchos pensamientos y razomanientos, pero me sería muy difícil el traspasártelos. Pero éste es el pensamieto que más me ha impresinado: la sabiduría es incomunicable. La sabiduria que el hombre sabio trata de pasar, siempre suena como algo huero y tonto." (Sidarta)
"¿Estas bromeando?" (Govinda)
"No. Sólo te digo lo que he descubierto. El conocimiento puede ser transmitido, pero no la sabiduría. Uno la puede encontrar, la puede vivir, puede ser fortificado por ella, cambiar su vida con ella, pero nunca la podrá ni comunicar ni enseñar. También, Govinda, y tu pensarás que sigo bromeando, he descubierto que en cada verdad, su opuesto es tambien verdad.
Todo lo que es pensado y expresado en palabras es tan sólo un lado, es unilateral, es tan sólo parte del todo, parte de la verdad: es fragmentario y carece de totalidad, completalidad, unidad. Cuando Buda enseñaba sobre el mundo, lo tuvo que dividir en Sámsara y Nirvana, en ilusión y realidad, en sufrimiento y salvación. No se puede enseñar y explicar de otra manera, aún a sabiendas de que, en verdad, no es así, pués no existe otro método para poderlo expresar. Pero el mundo a nuestro alrededor no está compuesto de partes, es un todo indivisible cuya dinámica interna se interrelaciona conjuntamente y simultáneamente en una unidad funcional global que es infragmentaria, es decir, puesto que la concepción intelectual no puede manifestarla sin fragmentarla, sin hacerla partes, es por ello que es intransmitible, ¿entiendes?. Nunca un hombre esta totalmente en Sámsara o Nirvana; nunca un hombre es totalmente un santo o un pecador. Y si los sentidos y el intelecto lo aprehenden de ésta manera es porque estamos siempre sufriendo la ilusión de la cualidad estática del tiempo en contraposición a la autenticidad de su contínuo movimiento transformativo que hace del Sámsara, Nirvana, y viciversa. El tiempo, tal como lo vivimos, no es real, Govinda. Y si no es real, la línea que separa el mundo de la eternidad, sufrimiento y armonía, bien y mal, es también otra ilusión." (Sidarta)
"¿Cómo puede ser así?" (Govinda)
"Escucha, amigo mio. Somos, al mismo tiempo de ser, lo opuesto a lo que somos. Yo soy un pecador y tu eres otro pecador, pero un día, en una hora determinada, éste desequilibrio que llevamos se convierte en Brahma, en Buda, en Nirvana. Ahora bien, este 'un día' o 'en una hora determinada', es mera ilusión; es tan sólo una comparación necesaria del lenguaje. El desorientado no es un ser camino, un día, de ser Buda; no evoluciona hacia ese estado lumínico como en persecución de su potencialidad, no; el Buda intrínseco que acarreamos esta aqui, ahora, y, al mismo tiempo que su antítesis, cohabitan en nosotros todo el tiempo sin tener que esperar ese 'un día', esa 'hora determinada, ¿entiendes? Hay constantemente en nosotros una simultaneídad contradictoria -en apariencia- que es la totalidad de lo que somos y de la cual el pensamiento sólo puede percibir y manifestar tan sólo una parte, o, mejor dicho, una de sus partes. Todo es necesario porque si se excluye cualquier componente de ese todo se mutila y se distorsiona el real marco bajo el que vivimos y terminamos siempre, o buscando algo inexistente o aflijidos por algo que no es real.
Estos son, Govinda, algunos de los pensamientos que llevo en mi mente...Esto, por ejemplo, es una roca, y con el paso de cierto tiempo se convertira en tierra, y de esa tierra podrá surgir una planta, un animal, o un hombre. Previamente, hubíese tenido que decir: ésto es simplemente una roca; no tiene valor, pertenece al mundo de Maya, pero quizás, dentro del devenir y los cambios cíclicos, se podría convertir es un ser, en un espíritu, y asi, de ésta manera, es algo importante. Pero ahora pienso: esta piedra es una piedra, pero, al mismo tiempo, es un ser, es Buda, es Dios. No respeto y quiero esta piedra porque en el devenir del tiempo podrá transcender su estado inorgánico a otros orgánicos y sublimes, no; la aprehendo, la siento y la admiro porque ahora, en éste mismo instante del presente, son todas esas cosas juntas. Pero no continuaré hablando porque siento que mis propias palabras estan distorsionando lo que realmente te quiero decir. Las palabras no expresan muy bien los pensamientos. Inmediatamente despues de que se pronuncian, ya han traicionado lo que queremos comunicar. El hombre no piensa porque habla, porque usa palabras; habla y usa palabras porque piensa". (Sidarta)
"¿Por qué me has mecionado lo de la piedra?" (Govinda)
"Lo hice intencionalmente. Quizás porque ello ilustra mi admiración por esa piedra, el río y todas esas cosas de las cuales puedo aprender. Esas son cosas y uno puede amarlas y obtener conocimientos de ellas. Pero lo que no se puede amar son las palabras. Por ello, todas las enseñanzas -las palabras- me son inutiles; no tienen configuracion, cualidades, colores, olores, asperezas, angulos, sonidos, purezas, dimensiones. Quizas sea eso lo que te impide 'encontrar', hallar la respuesta a tus inquietudes; quizas haya demasiadas palabras en tus planteamientos. Samsara y Nirvana son tan solo dos palabras, Govinda. El Nirvana no es una cosa, existe tan solo la palabra" (Sidarta)
"Nirvana no es tan solo una palabra, mi amigo, es un pensamiento" (Govinda)
"Puede ser un pensamiento, pero te debo confesar: no diferencio en nada entre pensamientos y palabras. Francamente: no adjunto gran importancia a los pensamientos. Por ejemplo. Hubo un hombre llevando ésta misma barca, en lo que yo ahora trabajo, quien fue mi predecesor y maestro. Fue un hombre santo que tan sólo creía en el río. Advirtió que la voz del río le hablaba. Y aprendió de ella. Aprendió a esperar, a tener paciencia, a esuchar, a entender". (Sidarta)
"Pero, ¿a lo que tu llamas piedra, cosa, es algo real, es algo intrínseco? ¿No es tan solo la ilusión de Maya, tan sólo imagen y apariencia?" (Govinda)
"La verdad, amigo mio, eso no me preocupa mucho. En el caso de que sea una ilusión, yo, al estar constituído lo mismo que esas cosas ilusorias, también soy una ilusion, y en este caso las percibo en concordancia con mi propia naturaleza, y eso es lo que las hace tan queridas e importantes, porque forman conmigo una unidad, una simbíosis que nos entrelaza sobre un mundo en común" (Sidarta)
"Lo compendo. Pero es lo mismo a lo que Buda llamaba ilusión. El predicó benevolencia, compasión, paciencia, perdón, pero no amor, pero no apego a las cosas que pertenecen al Sámsara y que son efímeras y caducas" (Govinda)
"Ya lo sé, ya lo sé, mi amigo; y he aqui que de nuevo nos volvemos a encontrar enredados en las ambivalencias y conflictos que producen las palabras con las que nos expresamos, porque no se podría negar que mis ideas sobre el amor a las cosas y a la compenetración con ellas, aparentemente, contradicen las enseñanzas del Iluminado. Es por eso que desacreditó el valor de las palabras, porque creo que ésta contradicción entre mis palabras y Gutama es tan solo una ilusión. Sé que estoy completamente identificado con Gutama; porque, ¿cómo, en verdad, no coprendería lo que es el amor a las cosas cuando él amo tanto a la humanidad que la redimió de sus sufrimientos a costa de los suyos propios hasta que alcanzó el supremo estado de armonía que nos legó?"
(Sidarta)
Los dos hombres permanecieron en silencio por un tiempo indefinido en el que parecía flotar, como embarcación atada a un puerto invisible, aquellas palabras de Sidarta:
'El conocimiento se puede transmitir, porque se ajusta a los términos gramaticales y concéptuales del pensamiento, pero no la sabiduría, porque ésta no encaja en absoluto en esas reglas humanas de la expresión.
Govinda luchaba en su interior por llevarse algo en concreto, práctico y valioso de aquella conversación que lo había dejado aturdido; algo que le sirviera, específicamente, en su busqueda, en sus zozobras y dudas diarias.
"Sidarta, ya somos viejos, quizás no nos volvamos a encontrar nunca más. Díme tan sólo una palabra, algo, algo que yo pueda comprender, algo que me sirva en las sombras de mis caminos para iluminar lo que no he encontrado" (Govinda)
Sidarta era muy consciente de que no existía tal cosa, de que no existía tal mensaje, tales palabras, articulaciones, fonéticas, semántica que pudíera ser producida por el aíre al chocar contra las cuerdas vocales de la garganta, que pudíera producir lo que Govinda queria escuchar. Que lo único que le podía ofrecer y dar era algo que él sintiera y aprehendíera en su Totalidad, en la globalidad funcional de todo su ser.
"Vén. Acércate a mi"
-le susurró Sidarta-
"Más cerca, más cerca. Bésame en la frente"
Govinda, sorprendido, cómo siguiendo un resorte psíco-motriz que escapaba a su voluntad, se sintió impelido a obedecerlo.
Ya no veía a Sidarta, a su envoltura corporal.
Una irradiación esotérica emanaba ahora de él diluyendo todo su contorno físico. En su lugar, una secuencia del espectrum de todos los seres de la existencia se sucedían contínuamente, delante de él, sin tiempo ni parámetros lógicos y verbales, como en una recapitulación embriológica envuelta en las imagenes que veía; y, a la vez, todas estas imagenes parecían yuxtaponerse en una sóla que se aglutinaba en la emanación del ser de Sidarta. Sólo el tiempo parecía separarlo todo. Pero una vez eliminado su espejismo, todo se volvía a sintetizar en un único cuadro dónde las fragmentaciones previas desaparecían para dar lugar a un momentum eterno dónde cada parte, cada estadio transitorial, se fundía entre-si con todos los demás en un ensamblaje que constituía esa irradiación que salía de Sidarta, y dónde Govinda sintió una Totalidad, una Respuesta, intransferible, que ahora estaba allí, delante de él, sin palabras, áfona, pero palpable a todos los sentidos de su espíritu.
Govinda no sabía lo que le ocurría.
Y por primera vez en su vida, no quiso buscar una respuesta a lo que le ocurria.
Y, dejándose llevar por ello, beso a Sidarta en la frente.
Govinda lloraba.
Las emociones suplantaron su pensamiento.
Cómo si su intelecto se hubiese esforzazdo toda su vida por suprimir una orfandad que acarreba sin consuelo, y que ahora, al besar la frente de Sidarta, se habia disipado instantaneamente, y, sin interesarle en absoluto el por qué de todo ello, se dejó arrastrar por su estado anímico, y, al hacerlo, al rehusar aprehenderlo racionalmente, lo entendía con una contundente convicción que nunca antes había podido imaginar.
Gruesas lagrimas resbalaban por sus mejillas cuando Sidarta, imperceptiblemente, lo apartó de su rostro.
Nunca mas se volverian a encontrar.
Pero aquella memoria de Sidarta lo acompañaría el resto de su vida de la misma manera que la que guardaba de Gutama, El Buda, aquel día lejano en el que, en su presencia, sintió lo mismo que al despedirse de Sidarta.
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