Hoy son otros tiempos:
nadie sabe no-hacer-nada.
El ocio ha sido ocupado por la industria del entretenimiento y mil juguetes, cacharros y cachivaches,
impíden, contínuamente, que no-hagamos-nada.
En la época que no hacíamos nada
eramos inmensamente más felices que ahora
que siempre estamos ocupados con algo,
que siempre estamos algo ocupados.
¿Qué hacemos cuándo no hacemos nada?
Respuesta:
TODO:
Escuchar el viento.
Ser testigos de nuestra endogena guerra civil.
Observar, objetivamente, la recapitulacion
de todas las distintas criaturas
que acarreamos en nuestras cavernas:
monstruos y heroes,
poetas y canibales,
luz y sombras de un ser
donde las contradicciones
son el constante jeroglifico a resolver.
Acariciar nuestra música.
Romper, ocultamente, el pentagrama del otro.
Mirar las nubes.
Esperar a que no pase nada.
Apuñalarnos con la inercia.
Dejar que entre Nirvana y pague la cuenta.
Usar al Cosmos en nuestro exclusivo beneficio.
Dejar desafinada la lira que nos dieron al nacer.
Presenciar plácidamente la frustración del existir.
Tumbarnos en el cesped.
Oír los pájaros.
Comprobar que todo es una mierda sin decírselo a nadie.
Mecernos en el murmullo de frondas.
Pasear junto al mar.
Pensar lo no-pensado.
Delinquir en la transgresión que llevamos.
Planear el vuelo.
Nadar en el arte de la conversación.
Aburrirnos con alguíen.
Bajar a nuestras minas buscando la luz.
Leer libros interesantes.
Subir al cielo con nuestro submarino.
Otear por el periscópio la costa cercana.
Izar las velas para quedarnos quietos.
Mirar y no ver nada.
Invernar estando despiertos.
Camuflar los sentimientos.
Negociar con nuestras contradicciones.
Remendar zapatos viejos.
Sentir como la soledad corroe los huesos.
Descubrir que nunca encajaran las piezas.
Saber que nunca expondremos nuestros secretos.
Redimir al Prometeo que pulula en nuestras cimas.
Ovillar los sueños.
Atemorizarnos de lo que vemos y guardar silencio.
Descubrir que vivir es mentir.
Deshojar margaritas marchitas.
Observarnos desde dentro víendonos desde lejos.
Y subir la roca sísifica sin un gran esfuerzo.
Hundirnos en el algodón de la nada.
Vaciar el vacío del alma.
Aparecer y desaparecer por arte de magia.
Difuminar el espejismo que nos sopla.
Observar que es la vida la que nos vive sin pedirnos permiso.
Rebelarnos contra lo imposible.
Movernos con el péndulo que nos acusa.
Navegar en el navío del tiempo dónde naufragamos.
Madejar el hilo de Ariadna.
Convertirnos en piedra muda.
Dormir despierto.
Sentir el sin-sentido del sentido.
Recolectar cosechas desparramadas.
Esperar al ataud que nos llama.
Dejad que el tigre de la líbido llame a nuestras ventanas.
Tocarnos dónde nos gusta.
Sacarnos la máscara que nos pesa.
Aflojar los músculos que demanda el circo.
Injertarnos ideas sin caretas.
Desnudarnos del camuflaje que nos aprieta.
Viajar por paísajes a los que nunca llegaremos.
Sacar de nuestro interior a todos nuestros muertos.
Traicionar a todos aquellos que les somos fieles.
Sacudir los cimientos de todas las alamedas.
Preparar la muerte a la que nos condenaron.
Y llevar a nuestro barco a una isla lejana
donde la noche y las estrellas
columpien sus acuarelas
afuera del zumbido del mundo
dónde todos andan ocupados...
...Aunque, a veces, no podemos reprimirlo,
en medio de la ataraxia,
nos asalta el monólogo de los Hechos
como una bola de fuego
que nos quema las entrañas.
Monólogo:
Nunca, con anterioridad,
se había producido una diferencia
tan grande entre ricos y pobres:
El 2% de los ricos poseen el 50%
de toda la riqueza de la Tierra.
El 10% de esos ricos poseen el 85%
de toda la riqueza del Orbe.
Y la mitad de la Humanidad
cuenta con el 1% de esa riqueza.
Los 3 hombres mas ricos del planeta
tienen más dinero que los 48 países
mas pobres del mundo...
http://www.youtube.com/watch?v=dp-Hlvqg1C8
Y ya no supimos continuar no haciendo nada...