de amedrentar,
vigilar,
matar:
"matar es nuestro negocio,
y el el negocio va viento en popa".
El Panopticon se armó,
ya vuela,
está en el aire,
en cualquier nación,
en cualquier rincon,
es omnipresente,
y no necesita humanos,
es una computadora volante,
ingrávida,
invisible,
inesperada,
y el que mata lo hace aprentando botones,
a distancia,
sin sentires ni emociones
que nublen sus actos;
para él el mundo es algo abstracto:
es una pantalla,
unas coordenadas,
latitud y longitud
de cuadrantes y ángulos,
dónde solo hay que conjugar
diez símbolos,
diez números,
diez dígitos,
sin caras,
sin ojos,
sin manos,
desde dónde hasta él nunca llegan
los gritos de abajo
de los craneos reventados.
Y al terminar su trabajo
llega a casa,
su mujer le dá un beso,
y los niños un abrazo,
y su mujer le pregunta
que cómo le ha ido el día,
y él le dice, sonriendo, que bien,
que gracias,
que le gusta mucho su trabajo.
Y va a lavarse las manos,
pero, extrañado,
ve que roja sale el agua
al resbalar por sus manos,
y llama a su mujer,
asustado,
y le pregunta que qué pasa,
que por qué se torna roja
el agua en sus manos,
y la mujer le dice que ha debido
tener un día ajetreado
apretándo botones
y hacíendo cálculos,
y entónces él se calma
entendíendo que en su trabajo
siempre pasan cosas extrañas.
Y se sientan a la mesa
y del techo caen unas gotas rojas
en los platos;
y los niños preguntan
que qué es aquello tan raro,
y el padre les dice que es que tuvo
un día de mucho trabajo.