andante con moto,
recorren el cuerpo;
son estremecimientos,
penas,
miedos,
pavores enterrados
que no se los lleva el viento;
todo es vendaval anímico
al final del camino,
cópula con el cadaver,
de presente comprimido,
que espera en lo eterno,
sabia de arboles hueros,
desesos acogotados de sueños,
crisálidas vacías de encierros,
viajes marchitos,
heridas de acero,
mentiras que hicieron lo cierto.
Sintonizando intimamente,
dolorosamente,
con que lo nuestro en el Tiempo
es pasar...pasar...
aparecer y desaparecer,
terror a no ser,
coagulo de lo incierto,
esperas de curvos pendulos
que se mecen sin senderos,
agonia disimulada sin velos,
erial de jardines decapitados,
serpientes de terciopelo,
abismo abierto al cielo.
Es, simplemente: La Muerte:
un Ojo que profundiza
viendo desde dentro,
destruyendo en el pecho,
un estilete que corta,
una barrena que taladra,
un omega que se aproxima.
una conciencia que chirria,
una sentencia que carcome el cerebro,
una resistencia continua,
continua,
continua,
que erosiona en silencio
a no ceder ante una sentencia
que nos deshace lo hecho,
que camufla lo que no vemos,
que levanta nubes de arena,
que se hunde sin saberlo.
Un ojo que profundiza
al naufragio que germina,
sin mar, sin barcos, sin remedios
¿Por qué?