Este libro fue escrito en 1952. Siete años después de que la guerra terminó
(aúnque en España todo igual continuó),
cuándo los vencedores, el IV Reich,
ya camuflados bajo el
"SPREADING FREEDOM AROUND THE WORLD",
como escribió Lukács, ya trenzaban llevar a cabo "todos los sueños de Hitler sin la necesidad de tener que romper formalmente con esa 'democracia' "
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Extracto del libro:
Título original: Who Paid the Piper? The CIA And the Cultural Cold War
Frances Stonor Saunders, 1999
Traducción: Rafael Fontes
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Jueves, 09 de Febrero de 2023 Tiempo de lectura: "LA CIA Y LA GUERRA FRÍA CULTURAL",
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Descubra cómo los servicios de inteligencia de EE.UU. reconstruyeron nuestra visión anticomunista del mundo
«La invención de la bomba atómica producirá una alteración en el equilibrio entre los métodos “pacíficos” y “bélicos” de ejercer presión internacional, informaba al jefe de la Oficina de Servicios Estratégicos, el general Donovan—, y debemos esperar un sustancial incremento de la importancia de los métodos “pacíficos”. Nuestros enemigos se verán más libres [que nunca] para hacer propaganda, subvertir, sabotear y ejercer... presión sobre nosotros, y por nuestra parte, estaremos más dispuestos a soportarestos ataques y a utilizar esos métodos —en nuestro deseo de evitar a toda costa la tragedia de la guerra declarada; las técnicas “pacifistas” se harán más vitales en épocas prebélicas de debilitamiento, en la guerra abierta real, y en épocas de manipulación posbélica»20.
Este informe muestra una sorprendente visión de futuro. Ofrece una definición de la guerra fría
como una contienda psicológica, como la fabricación del consentimiento por métodos «pacíficos», del uso de la propaganda para erosionar las posiciones hostiles. Finalmente, como demostraron con creces las primeras escaramuzas en Berlín, el «arma operativa»
habría de ser la cultura. Había comenzado la guerra fría cultural.
El 5 de junio de 1947, el general George Catlett Marshall, jefe de Personal del Ejército de los Estados Unidos durante la guerra, secretario de Estado con Truman, anunció un plan para intentar resolver la «gran crisis». El anuncio tuvo lugar en la 296 ceremonia de graduación de Harvard, a la que asistieron también el físico atómico Robert Oppenheimer, el general Ornar Bradley, comandante de las tropas durante el desembarco de Normandía
y T. S. Eliot (todos los cuales, al igual que Marshall, estaban siendo investidos doctores honoris causa en el mismo acto). El discurso de Marshall, de diez minutos de duración, supuso un momento decisivo para el destino de la Europa de posguerra. Tras advertir que
«todo el mundo... [y] la forma de vida que conocemos están literalmente pendientes de un hilo», apelaba al Nuevo Mundo para que diese un paso al frente con un programa de choque, de créditos y de ayuda material a gran escala, para impedir el desmoronamiento del Viejo Mundo. «Existe una inestabilidad generalizada. Se está haciendo todo lo posible por cambiar Europa por completo tal y como la conocemos, contra los intereses de una humanidad y de una civilización libres —declaró Marshall—. Si se la abandona a sus propias fuerzas no habrá escapatoria ante una crisis económica tan intensa, ante un descontento social tan violento y ante una confusión política tan extendida que la base histórica de la civilización occidental, de la que, por convicción y por herencia formamos parte integral, adoptará una nueva forma a imagen de la tiranía que luchamos por destruir en Alemania»34.
....No fue coincidencia el que decidiese pronunciar aquí su discurso y no en algún estrado oficial del gobierno. Éstos eran los hombres que habrían de hacer realidad el «evidente destino» de los Estados Unidos, la elite que habría de organizar el mundo en torno a los valores que la oscuridad del comunismo amenazaba con difuminar. Llevar a buen puerto el Plan Marshall, como se le habría de conocer más tarde, sería su herencia. El discurso de Marshall pretendía reforzar la llamada ideológica a las armas del presidente Truman de unos meses antes, que inmediatamente se había sacralizado con el nombre de Doctrina Truman. En un discurso ante el Congreso, de marzo de 1947, sobre la situación en
Grecia, donde era previsible una toma del poder por parte de los comunistas, Truman había abogado, en un lenguaje apocalíptico, por una nueva era de intervención norteamericana:
«En el presente momento de la historia mundial, casi todas las naciones han de elegir entre formas de vida excluyentes —declaraba en su discurso—. La elección, con demasiada frecuencia no se hace libremente. Una forma de vida se basa en la voluntad de la mayoría...
la segunda... se basa en la voluntad de una minoría impuesta a la fuerza sobre la mayoría. Se fundamenta en el terror y en la opresión, en el control de la prensa y de la radio, en unas elecciones amañadas y en la supresión de las libertades individuales. Pienso que la política de los Estados Unidos ha de ser apoyar a los pueblos libres que se resisten a ser sometidos por minorías armadas o por presiones exteriores. Pienso que debemos ayudar a los pueblos libres a forjar sus propios destinos en la manera que ellos elijan»36.
Tras el discurso de Truman, el secretario de Estado, Dean Acheson, les dijo a los congresistas: «Hemos llegado a una situación que no tiene precedentes desde laAntigüedad. Desde los tiempos de Roma y Cartago no se ha producido una polarización tal de poder en el mundo. Además, las dos grandes potencias estaban separadas por un insalvable abismo ideológico»37. Joseph Jones el funcionario del Departamento de Estado, que preparó el discurso de Truman al Congreso, comprendió el tremendo impacto de las palabras del presidente: «Todas las barreras para las más audaces acciones han sido eliminadas». Entre los políticos se creía que «Se había abierto un nuevo capítulo en la historia del mundo y que ellos eran los hombres más privilegiados, participantes en un acontecimiento decisivo de los que muy pocas veces se producen en la larga vida de una gran nación»38.
La sensación de las dimensiones épicas del papel de Estados Unidos durante la posguerra evocadas por el discurso de Truman proporcionó el contexto retórico del posterior discurso del general Marshall, menos manifiestamente anticomunista. La combinación de ambos, un conjunto de medidas de ayuda económica junto con un mandato doctrinal, transmitían un
mensaje que no dejaba lugar a dudas: el futuro de Europa occidental, si es que Europa occidental iba a tener futuro, debería vincularse a la pax americana.
El 17 de junio, el diario soviético Pravda atacó la propuesta de Marshall como continuación del «plan [de Truman] para ejercer presión política mediante los dólares y un programa de interferencia en los asuntos internos de otros estados»39. Aunque los soviéticos habían sido invitados por Marshall a participar en su programa de recuperación del conjunto de Europa,
la oferta fue, según dijo George Kennan, «insincera, destinada a ser rechazada»40. Como estaba previsto, se negaron a formar parte del plan. Es posible que sus objeciones pudieran parecer exageradas, pero fundamentalmente los soviéticos tenían razón en vincular las intenciones humanitarias del plan con un objetivo político menos evidente. Lejos de prever la cooperación con la Unión Soviética, fue diseñado dentro del marco del espíritu de la guerra fría, que pretendía introducir una cuña entre Moscú y sus regímenes satélites41.
«En todo momento se sobreentendía la importancia de no dar oportunidad a los comunistas de meter baza en estos lugares —escribiría más tarde Dennis Fitzgerald uno de los estrategas del Plan Marshall—. En todo momento se dijo que si no conseguíamos entender por completo las necesidades de X, Y y Z, los comunistas aprovecharían la situación para promover sus intereses42». El subdirector del Plan, Richard Bissell (*) era de la misma opinión: «Incluso antes del inicio de la guerra de Corea, se tenía bien claro que el Plan Marshall nunca había pretendido ser algo totalmente altruista. Se tenía la esperanza de que al reforzar sus
economías saldría reforzado el valor de los países de Europa occidental como miembros de la Alianza Atlántica, lo que les permitiría en última instancia asumir responsabilidades en materia de defensa en apoyo de la guerra fría»43. En secreto, de estos países también se esperaba que asumiesen otro tipo de responsabilidades «en apoyo de la guerra fría», y con este propósito, los fondos del Plan Marshall no tardaron en destinarse a promover la lucha cultural en Occidente.
El 5 de octubre de 1947, la Oficina de Información Comunista realizó su primera reunión en Belgrado. Creada en Moscú en septiembre, la Cominform era la nueva base operativa de Stalin para la guerra política, sustituyendo a la fenecida Comintern. La reunión de Belgrado se utilizó para lanzar un público desafío a la doctrina Truman y al Plan Marshall, denunciados
ambos como tramas «agresivas» para satisfacer las «aspiraciones estadounidenses de supremacía mundial»44. Andrei Zhdanov, arquitecto de la implacable política cultural de Stalin, les dijo a los comunistas de Europa occidental que «Si estuvieran listos para ponerse al frente de todas las fuerzas dispuestas a defender la causa del honor nacional y de la independencia en la lucha contra los intentos de subyugar sus países económica y políticamente, ningún plan de subyugación de Europa podría tener éxito»45. Del mismo modo que Marshall había decidido dirigir su discurso a la elite intelectual de los Estados Unidos, Zhdanov apeló a los intelectuales de todo el mundo para poner sus plumas bajo la bandera del comunismo, y utilizar su tinta contra el imperio americano. «Los partidos comunistas de [Europa han] tenido un considerable éxito en su trabajo entre los intelectuales. La prueba es que en estos países los mejores representantes del mundo de la ciencia, del arte y de la literatura pertenecen al Partido Comunista, y están encabezando el movimiento de la lucha progresista entre la intelectualidad y gracias a su incansable y creativa lucha, están ganando más y más intelectuales a la causa del comunismo»46.
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(*)
El Gran Supervisor
de los Grandes Golpes de Estado
"Pienso que debemos ayudar a los pueblos libres a forjar sus propios destinos en la manera que ellos elijan"