-Mírate al espejo.
-El espejo está roto,
¿no lo ves?.
-No importa, tú mírate.
-¿Para ver qué?.
-Pues tú imagen rota,
en pedazos,
dispersa y anamórfica,
descoyuntada,
la de tú ser.
-Mejor será mirarme en otro espejo
que me refleje entero,
sin mutilaciones,
tal como me quiero ver.
-Ese espejo ya no existe,
se lo llevó el Tiempo,
lo deshizo el Viento
que nos trae y nos lleva
en esas imágenes
del aparecer y desaparecer.
-Pero en algún lugar debe estar,
resguardando lo que hemos sido,
lo que hemos ido componiendo
sabiendo y sin saber,
lo que hemos mantenido unido,
acoplado a lo que compuso
el camino de nuestro crecer.
-¡Bah!, inventos borrados por el ayer;
no, no está en ningún lugar:
ahora sólo tienes éste espejo roto
que no quieres reconocer,
fracturado y desmontado
dónde no te quieres ver,
incluso lo que escribes ahora
se romperá al amanecer...