El flanco izquierdo del relato
atlantista sobre
Rusia: el caso Inna Afinogenova
Hace pocas semanas, la periodista rusa Inna Afinogenova, subdirectora de la edición web en castellano de la cadena estatal Russia Today, sorprendió a miles de internautas denunciando que RT estaba haciendo propaganda en favor del gobierno ruso y que la guerra en Ucrania era un favor a la OTAN. Sobre lo primero parece sorprendente que lo descubriera ahora; sobre lo segundo, hay mucho que decir.
El caso de Afinogenova parte de una periodista con un fulgurante currículum como generadora de opinión alternativa sobre muchos temas sobre los que la izquierda española parecía carecer de criterio: Venezuela, rusofobia, migración, etc. Ahora bien, no era menos cierto que el programa ¡Ahi les va! que ella presentaba en RT, emitía otros tantos informes engañosos en los que la verdad se mezcla con falsedades para transmitir una narrativa «alternativa», que fundamentalmente apoyaba, por ejemplo, lo esencial de los confinamientos bajo pretexto sanitario o la vacunación masiva contra el coronavirus, entre otros temas.
Fue lo que antes se llamaba una propagandista, y ahora se conoce como «influencer».
Esto, por supuesto, no es nada nuevo ya que ha sido el modus operandi de todos los medios corporativos en sus propias formas ideológicas y falsas, como The New York Times, El País, Clarin, The Telegraph, etc. durante mucho tiempo. Es decir, no ha sido solamente una práctica de RT, medio que de hecho llegó tarde a ese modelo de difusión.
Pero desde su «descubrimiento» de que RT trabajaba para el gobierno ruso ha venido sosteniendo con insistencia, y obviamente con el consecuente eco en los medios occidentales, que la guerra que Rusia viene librando en territorio ucraniano es un tiro en el pie contra sus propios intereses, y prácticamente responsabiliza al actual gobierno ruso de la expansión de la OTAN. Acusa al ejército ruso de innumerables crímenes, de traiciones y de, tontamente y por falta de estrategia, conseguir un rearme mundial contra Rusia.
En otras palabras, la línea seguida por Afinogenova desde su descubrimiento, y con aparente retórica contra la guerra, es propaganda contra Rusia, pero no es la propaganda a la que estamos acostumbrados sobre el oso ruso. Es algo más sutil, pero no menos grave, porque pretende mediante el flanco izquierdo dar la vuelta a la realidad.
Por ejemplo, Afinogenova, que ahora es colaboradora del programa La Base, conducido por el ex vicepresidente del gobierno español Pablo Iglesias y fundador de Podemos, cita en numerosas ocasiones como referente en materia internacional a Noam Chomsky, a quien se ha llegado a presentar como todo un sabio en estos lares.
Y este detalle hay que recalcarlo, porque la opinión de Chomsky sobre Rusia ha sido objeto de una reciente entrevista donde se extiende sobre este tema. Lo que dice es históricamente preciso e informativo para cualquiera que no conozca la historia. Habla sabiamente de la propaganda de los medios estadounidenses sobre la guerra de contra Irak y llama con precisión a la guerra en Ucrania como una guerra “provocada”. Pero en uno de los tramos de la entrevista llega a decir:
«No creo que haya ‘mentiras significativas’ en los reportajes de guerra. Los medios estadounidenses generalmente están haciendo un trabajo muy loable al informar sobre los crímenes rusos en Ucrania. Eso es valioso, al igual que es valioso que se estén realizando investigaciones internacionales en preparación para posibles juicios por crímenes de guerra.»
La propaganda de los medios sobre los acontecimientos en Ucrania ha sido tan descaradamente falsa y ridícula que un lector cuidadoso se detendrá de repente y pensará: ¿acaba de decir eso?.
Así que ahora Chomsky considera que los medios de comunicación, como The New York Times y otros similares, que correctamente ha criticado por hacer propaganda a favor de los Estados Unidos ahora se han vuelto éticos con Ucrania, como si de repente ya no fueran portavoces de la CIA y la desinformación estadounidense.
La generación de «influencers» como Afinogenova, que intercalan medias verdades con otros tantos análisis superficiales sobre determinados temas para obtener una atención superficial de sus lectores, tienen un gran atractivo para la intelectualidad de izquierda, al igual que Chomsky, a quien defiende como modelo. Para las personas que básicamente adoran a aquellos a quienes han imbuido de infalibilidad y genialidad, es muy difícil desgranar el mensaje que se da tras las bambalinas.
El subterfugio suele ser muy hábil y apela al sentido de indignación de los lectores por lo que sucedió en el pasado, por ejemplo, las mentiras del gobierno de George W. Bush sobre las armas de destrucción masiva en Irak. Pero la línea «progresista» de Afinogenova sobre la guerra en Ucrania es la misma que la que sostiene la política exterior norteamericana.
Por ejemplo, su tesis del «error estratégico» de Putin (porque para ella también todo es Putin, no el gobierno ruso) realmente no es una elaboración propia, sino que es un argumento copiado del Departamento de Estado de los Estados Unidos, ya que ha sido su principal baza para justificar desde 2008 la incorporación de Ucrania y Georgia a la OTAN.
Jon Piechowski, asesor militar de Joe Biden, en una reciente entrevista en el digital La Política Online*, decía exactamente lo mismo que Afinogenova: que la guerra en Ucrania refuerza a la OTAN, que la hace más sólida y que justifica su expansión (como si antes no se hubiera reforzado ni extendido). Y este tipo de argumentos los vamos a escuchar hasta el vómito por esa intelectualidad «progresista» que, más temprano que tarde, termina trabajando como operadora de los centros de poder que dicen criticar. Y el caso de la ex subdirectora de RT en Español nos va a servir de ejemplo, aunque no es ni la primera ni la última «disidente».
Fuente: La Politica Online