A lo lejos,
la luna llena
se refleja en el mar;
parece un hilo de plata
que hasta nosotros
quiere llegar.
(Pero para llegar a nosotros
tiene que atravesar la ciudad;
asi que nunca llegará...)
De la torre de la iglesia
sale una campanada,
sola, hueca, solitaria.
La una.
Calla la ciudad.
Duerme la duda.
Espera la oportunidad.
(Hay como una complicidad nocturna
que oculta todo lo que hay que tapar)
Acabo de escribir
en mi bitácora de barco varado
(Los barcos varados
también tenemos cuadernos de bitácora;
escribimos, varados, aislados,
sin navegar,
en una punta de tierra en el mar)
Hemos publicado
la carta de Patxi Ruiz
y nos hemos sentado en el balcón
a ver la luz de la luna en el mar...
Y no hemos sabido
que decirle ni a la luna ni al mar.
No sabíamos dónde estabamos
ni quíen eramos,
ni qué haciamos en el balcón,
ni en qué planeta estabamos
ni a qué especie perteneciamos...
ni cómo podía seguir la luna en el mar
si la carta de la que habíamos salido
seguía enganchada a la bitácora
que acabavamos de dejar...
Acaban de sonar dos campanadas
en el reloj de la iglesia
(Los relojes de las iglesias
marcan muchas clases de tiempos)
A lo lejos,
la luna llena
se refleja en el mar;
parece un hilo de plata
que hasta nosotros
quiere llegar.
(Pero para llegar a nosotros
tiene que atravesar la ciudad;
asi que nunca llegará...)