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Hace cincuenta y ocho años,
un tal día como hoy, el 26 de septiembre de 1960,
Fidel Castro improvisó un histórico y extraordinario discurso, durante 4 horas y 29 minutos, ante el XV Periódo de Sesiones de la ONU, en el que cortó de cuajó las difamaciones y mentiras del imperialismo sobre Cuba. Aqui reproducimos parte del mismo |
¿Qué encontró la Revolución al llegar al poder en Cuba? ¿Qué maravillas encontró la Revolución al llegar al poder en Cuba?
Encontró en primer lugar que 600 000 cubanos con aptitudes para el trabajo, no tenían empleo; un número igual en proporción al número de desempleados que había en Estados Unidos cuando la gran crisis que sacudió a este país, eso que a poco produce una catástrofe en Estados Unidos, era el desempleo permanente en nuestra patria.
Tres millones de personas de una población total de algo más de 6 millones, no disfrutaban de luz eléctrica ni de ninguno de los beneficios y comodidades de la electricidad; 3 500 000 personas de un total de algo más de 6 millones, vivían en cabañas, barracones y tugurios, sin las menores condiciones de habitabilidad.
En las ciudades los alquileres absorbían hasta una tercera parte de los ingresos familiares. Tanto el servicio eléctrico como los alquileres eran de los más caros del mundo.
Treinta y siete y medio por ciento de nuestra población era analfabeta, no sabía leer ni escribir; el 70% de nuestra población infantil rural no tenía maestros; el 2% de nuestra población estaba padeciendo de tuberculosis; es decir, 100 000 personas en un total de algo más de 6 millones.
El 95% de nuestra población rural infantil estaba afectada de parasitismo; la mortandad infantil por tanto era muy alta, el promedio de vida era muy bajo. Por otro lado, el 85% de los pequeños agricultores pagaban rentas por la posesión de sus tierras, que ascendían hasta un 30% de sus ingresos en bruto, mientras que el uno y medio del total de propietarios controlaba el 46% del área total de la nación.
Por supuesto que las comparaciones del número de camas de hospitales por el número determinado de habitantes del país era ridículo, cuando se le compara con los países donde la asistencia médica está medianamente atendida.
Los servicios públicos, compañías eléctricas, compañías telefónicas, eran propiedades de monopolios norteamericanos.
Una gran parte de la banca, una gran parte del comercio de importación, las refinerías de petróleo, la mayor parte de la producción azucarera, las mejores tierras de Cuba y las industrias más importantes en todos los órdenes, eran propiedades de compañías norteamericanas.
La balanza de pagos en los últimos 10 años, desde 1950 hasta 1960, había sido favorable a Estados Unidos con respecto a Cuba en 1.000 millones de dólares.
Esto sin contar con los millones y cientos de millones de dólares sustraídos del tesoro público por los gobernantes corrompidos de la tiranía que fueron depositados en los bancos de Estados Unidos o en bancos europeos. Mil millones de dólares en 10 años. El país pobre y subdesarrollado del Caribe, que tenía 600 000 desempleados contribuyendo al desarrollo económico del país más industrializado del mundo.
Esa fue la situación que encontramos nosotros y esa situación no ha de ser extraña a muchos de los países representados en esta asamblea, porque, al fin y al cabo, lo que hemos dicho de Cuba no es sino como una radiografía de diagnóstico general aplicable a la mayor parte de los países aquí representados.
¿Cuál era la alternativa del Gobierno Revolucionario? ¿Traicionar al pueblo? Desde luego que para el señor Presidente de Estados Unidos lo que nosotros hemos hecho por nuestro pueblo, es traición a nuestro pueblo; y no lo sería con toda seguridad si en vez de ser nosotros leales a nuestro pueblo hubiésemos sido leales a los grandes monopolios norteamericanos que explotaban la economía de nuestro país.
Al menos, ¡quede constancia de las “maravillas” que encontró la Revolución al llegar al poder, que son, ni más ni menos, que las maravillas del imperialismo, que son, ni más ni menos, que las “maravillas” del “mundo libre” para nosotros los países colonizados!
Nadie podrá culparnos a nosotros de que en Cuba hubiese 600 000 desempleados, 37,5% de población analfabeta, 2% de tuberculosos, 95% de parasitados.
¡No! Hasta ese minuto ninguno de nosotros contábamos en los destinos de nuestra patria; hasta ese minuto en los destinos de nuestra patria contaban los gobernantes que servían a los intereses de los monopolios, hasta ese minuto contaban en nuestra patria los monopolios. ¿Los estorbó alguien? ¡No! Nadie los estorbó. ¿Los perturbó alguien? ¡No! Nadie los perturbó. Ellos pudieron realizar su tarea y allí encontramos nosotros los frutos de los monopolios.
¿Cómo estaban las reservas de la nación? Cuando el tirano Batista llegó al poder había 500 millones de dólares en la reserva nacional, buena suma para haberla invertido en el desarrollo industrial del país. Cuando la Revolución llega al poder quedaban en nuestras reservas 70 millones.
¿Preocupación por el desarrollo industrial de nuestra patria? ¡No! ¡Nunca! Por eso nos asombramos tanto y todavía no salimos de nuestro asombro cuando oímos decir aquí de las extraordinarias preocupaciones del gobierno de Estados Unidos por la suerte de los países de América Latina, de los países de Africa y de los países de Asia. Y no salimos de nuestro asombro, porque nosotros después de 50 años teníamos ahí los frutos.
¿Qué ha hecho el Gobierno Revolucionario? ¿Cuál es el delito cometido por el Gobierno Revolucionario para que recibamos el trato que hemos recibido aquí, para que tengamos enemigos tan poderosos como lo que se ha demostrado que tenemos aquí?
¿Surgieron desde el primer instante los problemas con el gobierno de Estados Unidos? ¡No! ¿Es que nosotros al llegar al poder estábamos poseídos del propósito de buscarnos problemas internacionales? ¡No! Ningún gobierno revolucionario que llega al poder quiere problemas internacionales. Lo que quiere es invertir su esfuerzo en resolver sus problemas propios, lo que quiere es llevar adelante un programa, como lo quieren los gobiernos que realmente están interesados en el progreso de su país.
La primera circunstancia que por nuestra parte fue considerada como un acto inamistoso fue el hecho de que se le abrieran de par en par las puertas de este país a toda una pandilla de criminales que habían dejado ensangrentada a nuestra patria; hombres que habían llegado a asesinar a cientos de campesinos indefensos, que no se cansaron de torturar a prisioneros durante muchos años, que mataron a diestro y siniestro, fueron recibidos aquí con los brazos abiertos.
Y a nosotros aquello nos extrañaba. ¿Por qué ese acto inamistoso por parte de las autoridades de Estados Unidos hacia Cuba? ¿Por qué ese acto de hostilidad? En aquel momento no lo comprendíamos perfectamente; ahora, nos damos cuenta cabal de las razones. ¿Correspondía esa política a un tratamiento correcto, con respecto a Cuba, de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba? No, porque los agraviados éramos nosotros, y los agraviados éramos nosotros por cuanto el régimen de Batista se mantuvo en el poder con la ayuda del gobierno de Estados Unidos; el régimen de Batista se mantuvo en el poder con la ayuda de tanques, de aviones y de armas proporcionadas por el gobierno de Estados Unidos; el régimen de Batista se mantuvo en el poder gracias al empleo de un ejército cuyos oficiales eran instruidos por una misión militar del gobierno de Estados Unidos; y nosotros esperamos que no se le ocurrirá a ningún funcionario de Estados Unidos negar esa verdad.
Incluso cuando el Ejército Rebelde llega a la ciudad de La Habana, en el campamento militar más importante de esa ciudad estaba la misión militar norteamericana. Aquel era un ejército que había colapsado, aquel era un ejército vencido y rendido.
Nosotros pudimos considerar perfectamente como prisioneros de guerra a aquellos militares extranjeros que estaban allí ayudando y entrenando a los enemigos del pueblo. Sin embargo, esa no fue nuestra actitud; nuestra actitud se limitó a pedirles a los miembros de esa misión que regresasen a su país, que, después de todo, nosotros no necesitábamos sus lecciones, y que allí sus discípulos estaban vencidos.
He aquí un documento (Lo muestra). Nadie se extrañe de su aspecto, porque es un documento roto. Se trata de un antiguo pacto militar en virtud del cual la tiranía batistiana había recibido generosa ayuda por parte del gobierno de Estados Unidos; y es importante conocer lo que dice en el Artículo 2 este convenio:
“El gobierno de la República de Cuba se compromete, a hacer uso eficaz de la ayuda que reciba del gobierno de los Estados Unidos de América de conformidad con el presente convenio, con objeto de llevar a efecto los planes de defensa aceptados por ambos gobiernos, conforme a los cuales los dos gobiernos tomarán parte en misiones importantes para la defensa del hemisferio occidental; y, a menos que previamente se obtenga la anuencia del gobierno de los Estados Unidos de América…” —repito—: “…y, a menos que previamente se obtenga la anuencia del gobierno de los Estados Unidos de América, no dedicarán esa ayuda a otros fines que no sean aquellos para los cuales se prestó.”
La ayuda fue dedicada a combatir a los revolucionarios cubanos; luego contó con la anuencia del gobierno de Estados Unidos. Y aun cuando algunos meses antes de finalizar la guerra, se produjo en este país un embargo de armas de las enviadas a Batista, al cabo de seis años y algo más de ayuda militar, una vez declarado solemnemente ese embargo de armas, tuvo el Ejército Rebelde pruebas, pruebas documentales, de que nuevamente habían sido abastecidas las fuerzas de la tiranía con 300 “rockets” para lanzar desde aviones.
Cuando los compañeros de la emigración presentaron esos documentos a la opinión pública de Estados Unidos, el gobierno de Estados Unidos no encontró otra explicación que decir que estábamos equivocados, que no le habían dado nuevos abastecimientos al ejército de la tiranía, sino que, simplemente, se habían limitado a cambiarle unos “rockets” de otro calibre que no servían para sus aviones, por unos “rockets” que si servían para los aviones de la tiranía y, por cierto, que a nosotros nos los lanzaron mientras estábamos en las montañas.
Una manera sui géneris de explicar las contradicciones cuando se hacen inexplicables; no se trataba, de acuerdo con su explicación, de una ayuda, sería entonces una especie de “asistencia técnica”…
¿Por qué, entonces, si existían esos antecedentes, que eran motivos de disgusto por parte de nuestro pueblo, ya que todo el mundo sabe, lo sabe aquí hasta el más inocente de todos, que en estos tiempos modernos, con la revolución que ha tenido lugar en los equipos militares, esas armas de la guerra pasada son absolutamente obsoletas para una guerra moderna? Con 50 tanques o carros blindados, y unos cuantos aviones pasados de moda, no se defiende a ningún continente, no se defiende a ningún hemisferio. En cambio, sirven para oprimir a los pueblos desarmados; en cambio, sirven para intimidar a los pueblos. Sirven para lo que sirven: sirven para defender los monopolios. Por eso, estos pactos de defensa hemisférica, mejor pudieran llamarse pactos de defensa de los monopolios norteamericanos.
El Gobierno Revolucionario comienza a dar los primeros pasos. Lo primero que hace es rebajar los alquileres que pagaban las familias, en un 50%, medida muy justa, puesto que como decíamos anteriormente, había familias que pagaban hasta la tercera parte de sus ingresos.
Y el pueblo había sido víctima de una gran especulación con la vivienda, y las tierras urbanas habían sido objeto de tremendas especulaciones a costa de la economía del pueblo.
Mas, cuando el Gobierno Revolucionario rebaja los alquileres en un 50%, hubo disgustados, sí, unos pocos que eran los dueños de aquellos edificios de apartamentos, pero el pueblo se lanzó a la calle lleno de alegría, como ocurriría en cualquier país, aquí mismo en Nueva York, si les rebajan un 50% los alquileres a todas las familias. Mas no significó ningún problema con los monopolios. Algunas compañías norteamericanas tenían grandes construcciones, pero eran relativamente pocas.
Después vino otra ley. Vino una ley anulando las concesiones que el gobierno tiránico de Fulgencio Batista le había hecho a la Compañía de Teléfonos que era un monopolio norteamericano. Al amparo de la indefensión del pueblo habían obtenido provechosas concesiones.
El Gobierno Revolucionario anula esas concesiones y restablece los precios de los servicios telefónicos al nivel que tenían anteriormente. Comienza el primer conflicto con los monopolios norteamericanos.
La tercera medida fue rebajar las tarifas eléctricas, que eran de las más altas del mundo. Surge el segundo conflicto con los monopolios norteamericanos. Ya nosotros empezábamos a parecer comunistas; ya empezaban a embadurnarnos de rojo, porque habíamos chocado, sencillamente, con los intereses de los monopolios norteamericanos.
Pero viene la tercera ley, ley imprescindible, ley inevitable, inevitable para nuestra patria, e inevitable, más tarde o más temprano, para todos los pueblos del mundo… al menos para todos los pueblos del mundo que no lo hayan hecho todavía: la Ley de Reforma Agraria.
Claro está que en teoría, todo el mundo está de acuerdo con la reforma agraria. Nadie se atreve a negarlo, nadie que no sea un ignorante, se atreve a negar que la reforma agraria es, en los países subdesarrollados del mundo, una condición esencial para el desarrollo económico. En Cuba también hasta los latifundistas estaban de acuerdo con la reforma agraria, solo que una reforma agraria a su manera, como la reforma agraria que defienden muchos teóricos: una reforma agraria a su manera, y sobre todo, ¡que ni a su manera ni de ninguna manera se llegue a realizar mientras pueda evitarse!
Es algo reconocido por los organismos económicos de las Naciones Unidas, es algo sobre lo cual ya nadie discute. En nuestro país era imprescindible: más de 200 000 familias de campesinos moraban en los campos de nuestra patria, sin tierra donde sembrar los alimentos esenciales.
Sin reforma agraria, nuestro país no habría podido dar el primer paso hacia el desarrollo. Y, efectivamente, dimos ese paso: hicimos una reforma agraria. ¿Era radical? Era una reforma agraria radical. ¿Era muy radical? No era una reforma agraria muy radical. Hicimos una reforma agraria ajustada a las necesidades de nuestro desarrollo, ajustada a nuestras posibilidades de desarrollo agrícola.
Es decir, una reforma agraria que resolviera el problema de los campesinos sin tierra, que resolviera el problema de los abastecimientos de aquellos alimentos indispensables, que resolviera el tremendo desempleo en el campo, que pusiera fin a aquella miseria espantosa que habíamos encontrado en los campos de nuestro país.
Bien: ahí surgió la primera dificultad verdadera. También en la vecina República de Guatemala había ocurrido lo mismo. Cuando se hizo la reforma agraria en Guatemala, surgieron los problemas en Guatemala. Y se lo advierto con toda honestidad a los compañeros delegados de América Latina y del Africa y del Asia: cuando vayan a hacer una reforma agraria justa, prepárense a confrontar situaciones similares a las nuestras, sobre todo si las mejores y mayores fincas son propiedades de los monopolios norteamericanos, como ocurría en Cuba
(APLAUSOS PROLONGADOS).
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Ahora podemos entender por qué trataron
de asesinar --en vida-- a Fidel 638 veces...
y lo siguen tratando de asesinar hoy en día.
Pero nunca pudiéron.
Nunca podran.
Porque los hombres no portan las ideas,
la razón, la justicia: son éstas las que portan
llevan y mueven a los hombres.
En el acto del 1 de mayo de 1971, Fidel ratifica el camino cubano : "Nosotros debemos utilizar la conciencia… como un arma fundamental en el desarrollo de las fuerzas productivas"
En el citado discurso del 1 de mayo de 1971 el Comandante explicó premonitoriamente, la trascendencia que otorgaba a la lucha ideológica: "Hay que procurar que la ideología no sufra derrotas, porque las derrotas de la ideología se pagan con retrocesos en el camino de las revoluciones".
Este debate ideológico central, se precisa de manera muy definida en el Informe del Comité Central del PCC al primer Congreso, en 1975: "La conciencia comunista no es un producto automático de las transformaciones estructurales, ella hay que forjarla día a día en la experiencia viva de la lucha de clases, en la educación política y en la información nacional e internacional"
Este debate ideológico central, se precisa de manera muy definida en ese citado Informe del Comité Central del PCC: "La conciencia comunista no es un producto automático de las transformaciones estructurales, ella hay que forjarla día a día en la experiencia viva de la lucha de clases, en la educación política y en la información nacional e internacional"
En el Informe Central presentado al II Congreso del Partido en 1980, Fidel reiteró: "Ideología es ante todo conciencia; conciencia es actitud de lucha, dignidad, principios y moral revolucionaria. Ideología es también el arma de lucha frente a las debilidades, los privilegios, las inmoralidades"
En la Batalla de ideas reactualiza la importancia del factor subjetivo al afirmarle a los periodistas latinoamericanos el 12 de noviembre de 1999: "El imperialismo y el capitalismo han subsistido en gran parte por factores subjetivos"
A diferencia de los revolucionarios de la Europa socialista, Fidel no subvalora la fuerza disgregadora de los mensajes de la propaganda capitalista: "Los capitalistas – continúa en el mismo discurso de noviembre – descubrieron el valor de los factores subjetivos y descubrieron en los medios masivos el instrumento perfecto de influir de una manera avasalladora sobre esos factores subjetivos que constituyen ingredientes imprescindibles de la historia, de los avances históricos, o de la prolongación de sistemas inicuos, explotadores, monstruosos, inhumanos..."
Y en esta dirección Fidel afirma que "en realidad al campo socialista y a la URSS no los destruyeron fundamentalmente sus propios errores, los destruyó esa infernal maquinaria de la mentira, del engaño y de la desinformación..."
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Es la misma maquinaria --pero más engrandecida y más sofisticada que nunca-- que en la actualidad trata de aniquilar las esperanzas de los pueblos.
Comandante,
Un abrazo
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