Código del libro: DP269 G105a)
No tenemos noticia de que, hasta hoy,
se haya publicado trabajo alguno dedicado
al estudio específico del terrorismo falangista
(la Gestapo franquista) que tanto significó
para la implantación de la 'seguridad' en la retaguardia
--durante la guerra-- y para la implantación
del nuevo régimen de terror a partir de 1939.
Y la causa de que no se haya publicado
tal trabajo investigativo obedece a una simple razon:
que --de una u otra forma-- aún siguen en el poder
Al menos en lo que llevo leído sobre actuaciones
de milicias falangistas, no aprecio una diferencia
significativa en la 'intensidad' represiva de FE
en el 'antes' y el 'después' de la ejecución
de José Antonio el 20-11-36, ya que la práctica
de las ejecuciones irregulares, las sumariales,
las torturas y el sotemiento por el terror,
fue una actividad característica desde el 18 de Julio
de 1936 por parte de los 'camisas azules'
y hasta bien adentrada la posguerra
http://www.foroporlamemoria.info/documentos/papel_falange.htm
Gabarain habría estado preso entre el 1 y el 12 de octubre. Aúnque primero pensaron en llevarlo a la prisión del cuartel general de la Falange sito en el edificio del Círculo Easonense, finalmente los falangistas le condujeron a "un cuartelillo de barrio", establecido "en el local del que fue Café de la Ópera y antes Camisería de Olave en pleno boulevard
Era una especie de oficina privada que los falangistas de San Sebastián habían montado para el servicio de sus particulares venganzas y 'limpiezas de indeseables'
Gabarain habla de los escuadrones de la muerte falangistas --obviamente, con toda razón y evidencias-- como de "cobardes en el frente" y "concienzudos asesinos en la retaguardia" que "desde el primer momento montaron en todas las ciudades éstos cuartelillos, verdaderas agencias de asesinatos, instrumento perfecto para el ejercicio del terror sistemáticamente decretado desde arriba".
Califica al falangista como "el asesino cobarde de la retaguardia, el infra-policía, el degenerado capaz de elevar a la categoría de valores morales los más bajos instintos humanos". Y creemos que se quedó corto.
Los diez compañeros de celda de Gabarain fueron "bestialmente flagelados" por "un tal Manterola, industrial electricista, cojo, hombre de gran crueldad que tenía siempre al alcance de la mano un vergajo y en cuanto un detenido no contestaba le sacudía un vergajazo en la cara o dónde buenamente diése".
Casi todos los guardianes "mostraban una maldad estúpida", castigando a los prisioneros sin comer y como éstos estaban "en una bodega húmeda y llena de rendijas, resultaba un verdadero tormento el dormir en el suelo".
El detenido se refiere asimismo a las requisas generalizadas que "eran verdaderos robos a mano armada" ya que "los falangistas entraban en las casas y se llevaban lo que querían por el terror sin que hubiese que soñar en indemnizaciones".
De las diez personas que estaban en la celda, sólo Gabarain y dos mas lograron salvarse de aquel infierno. Gabarain lo consiguió, de forma magistral, --el ser médico le ayudó a ello-- haciéndose pasar por loco.
He aqui algunos estractos del citado libro:
"Cuento lo que he visto, lo que he vivido. Y nada más. En este relato no hay ni una sola referencia de algo que otro me haya contado. Solo aquello que vi con mis ojos y sufrí por mi mismo bajo el terror fascista"
"Sé que han cometido millares de crimenes en torno mío. Conozco infinidad de asesinatos que me fueron referidos con todo género de precisiones por los familiares de las víctimas y aún por los mismos verdugos o sus cómplices, pero como la comprobación de esos crímenes es imposible mientras el país este sometido a la bestial tiranía del fascismo...solo he de referirme en éstas páginas a lo que no podran negar jamás, por grande que sea su cinismo, mientras yo esté en pie"
"Mi testimonio no es como el de esos miles de fascistas que después de salir sanos y salvos del territorio de la República con sus papeles en regla, protegidos por el Gobierno, por los hombres de izquierda y las organizaciones proletarias, se ponen a contar escenas espeluznantes del 'terror rojo' del que no se hubiéran escapado si hubiése sido tal como ellos lo cuentan infiriendo un daño irreparable al nombre de España...El fascismo jamas me hubiéra dado un pasaporte como los que generosamente ha dado la República para que luego difamen a España en el extranjero quienes positivamente le deben la libertad y la vida"
"Yo he salido de las garras de Falange, no merced a su generosidad, sino gracias a mi decision, a los recursos desesperados de mi ingenio y a los azares de la lucha en el frente que me permitieron cruzar las trincheras y pasarme a las lineas republicanas"
"Quienes podrían contar lo que es el terror blanco no encontraron embajadas y legaciones extranjeras que le protegieran ni pudieron pasar la frontera favorecidos por un Gobierno de hombres honrados que no han querido mancharse las manos de sangre. Estan bajo tierra pudriéndose con su verdad, que sus asesinos, al enterrarlos, creyeron haber taponado para siempre"
"Se engañan. Esa verdad muda de los asesinados, de los que no pueden ya contar lo que vieron y padecieron, se alzará al mundo con voz mas elocuente y firme que esos gritos histéricos de quíenes tuvieron miedo más que nada a sus propias culpas y andan proclamando con su existencia vil la mentira de sus bocas serviles." (pp. 5-6-7)
Esto forma parte del prólogo del libro.
Veamos ahora lo que ocurrio en San Sebastian durante el pronunciamiento militar:
"Los fascistas donostierras, capitaneados por muchos jefes y oficiales retirados y secundados por pocos guardias civiles y de Seguridad, comenzaron a hacerse fuertes en los edificios del Club Náutico, el Casino, la Comandancia Militar, el hotel Maria Cristina y los cuarteles de Loyola. Desde el primer momento, antes de que ni el pueblo ni el Gobierno hubiésen podido reaccionar, los sublevados se lanzaron con una crueldad fría y premeditada al ejercicio del sistematice terror"
"La primera noticia que tuvimos de la actuación rebelde en nuestro país fue la de que habían sido fusilados sesenta o setenta carabineros en la muga navarro-guipuzcoana por el sólo hecho de haberse mantenido leales al Gobierno de la República. Luego vimos, en San Sebastian mismo, como los sublevados se hacían fuertes en el hotel Maria Cristina recurriéndo al infame procedimiento de escudarse con un parapeto de cuerpos humanos que formaban poniendo en fila a los prisioneros que habían hecho sólo con éste horrendo fin...Asi se iniciaba el movimiento 'salvador de España y de la civilizacion occidental' "
"Esta inesperada ferocidad de los rebeldes, que produjo estupor e indignación en el pueblo, no provocó sin embargo el menor acto de represalia. Es completamente falsa la afirmación de que los rebeldes tuviésen que recurrir al terror para dominar a sangre y fuego la explosión revolucionaria de las masas. Eso es mentira. Ante la traicion de los militares, los sindicatos obreros, las juventudes de los partidos obreros y republicanos, los funcionarios leales y todos los ciudadanos dignos, se colocaron sencillamente al lado del Gobierno y se aprestaron a defender con sus vidas la legalidad republicana...Y si alguíen se atrevió a cometer un atropello aprovechandose de la confusión...si hubo alguíen que utilizó la perturbación para satisfacer alguna ruin venganza personal o sencillamente para robar, éstos fueron castigados por el pueblo mismo con severidad ejemplar"
"Aunque la bestialidad inicial de la sublevación justificaba todo acto de inmediata vindicta, ni el Gobierno ni las masas que lo sotenían reaccionaron terroríficamente, y la cárcel de Ondarreta, más que para castigar, sirvió para proteger a los apresados en el hotel Maria Cristina, en los cuarteles de Loyola y en los demás reductos de la facción"
"Hubiéron de ser tantos y tan horrendos los crimenes sistemáticamente cometidos por los facciosos que, al final, llegó el momento en que fue humanamente imposible evitar que el pueblo se adelantase en la acción de la justicia"
"Quíenes acusen a las autoridades legítimas siquiera de falta de energía en la evitación de aquellas represalias, mienten a sabiendas. Yo he visto en Bilbao y en otras ciudades del Norte como las ametralladoras de las fuerzas leales tiraban implacablemente contra el pueblo sediento de justicia..." (pp. 9-10-11)
El doctor Gabarain hace una nítida distinción de las diferentes idiosincracias que se enfretaban en ésta guerra:
"Como tenía muchos amigos e inclusos familiares de derechas y mi actuación leal y entusiástica -como médico- me iba valiéndo cada día mayor estima por parte de las autoridades de la República, me veía constantemente asediado para que intercediéra en favor de los sospechosos reaccionarios, y puedo decir que en la mayor parte de los casos lograba -de las autoridades republicanas- inclinar hacia la clemencia a quíenes hubiéran tenido derecho a ser implacables...Quiero señalar ésto para que quede bien claro la marcada diferencia que ha habido entre nuestra conducta y la que luego siguieron ellos según se verá mas adelante"
"Al sitiar los cuarteles de Loyola, nuestro trimotor, por ejemplo, no se atrevió más que a dejar caer una sola bomba con objeto de intimidar a los rebeldes y procurando no hacer bajas en la tropa. En cambio, los buques de guerra 'España' y 'Cervera', sin objetivo táctico alguno, lanzaron sus enormes proyectiles sobre el casco urbano de San Sebastian sin que los jefes facciosos se preocuparan gran cosa de las vidas inocentes que segaban y los destrozos que ocasionaban en una de las ciudades mas bonitas de Europa. ¿Qué puede importarles España, sus ciudades, sus hijos, a esos militares traidores?"
"En el momento de la evacuacion de Zumaya habían en su cárcel veintiocho presos, carlistas notorios y simpatizantes del fascismo. No se dirá que el Frente Popular había extremado la represión. Todos fueron puestos en libertad por las mismas autoridades leales de Zumaya al evacuar la villa. Excuso decir que al día siguiente todos ellos se paseaban luciéndo la boina colorada y dispuestos a vengarse implacablemente de la 'feroz crueldad' de los rojos.
"De la crueldad de los rebeldes si que tuve yo, allí en mi escondite, un testimonio irrebatible. A uno de los oficiales fascistas le oir decir, con la mayor naturalidad, que había sido fusilado el capitan Tellechea, jefe de los migueletes en Villafranca, que se había pasado a los rebeldes siguiéndo los dictados de su conciencia reaccionaria...El capitan Tellechea no había cometido mas delito que el de haber sido un militar decente que en los primeros momentos permaneció fiel al Gobierno, no obstante sus convicciones fascistas. No quiso sumarse a la traición -en el principio tan solo-, y por un caballeroso espíritu de militar pundonoroso cumplió con su deber y no juzgó lícito el tomar partido mientras no pudo considerarse relevado de sus compromisos de honor. Por eso, solo por eso, lo fusilaron a pesar de ser un hombre ultrareaccionario. Este hecho denota la calidad moral de los rebeldes"
"Mi permanencia en las casa de mis parientes empezaba a hacerse difícil. La única persona que sabía mi estancia allí era una criada que empezó a encontrar sospechosa mi conducta..." (pp. 28-29-40-41)
De éste escondite que Gabarain encontró con sus parientes cuándo era perseguido por los fascistas que ya habían tomado San Sebastian, tuvo que salir ante las sospechas que ello levantaba.
Más tarde fue apresado. Condenado a muerte, fue trasladado, con otros en su mismo destino, a un cuartelillo de Falange. Aquí, en la narración de los horrores y patologías que vivió, está basado su libro.
En ésta la 'cheka' falangista, Gabarain, para salvar su vida, puso en funcionamiento un artilugio ingenioso y descrito magistralmente en su libro, como dijimos, dónde pretendió estar loco. A ello le ayudó su cultura. Hay un diálogo, entre el cabecilla falangista de la 'cheka' que trataba de averiguar exactamente si Gabarain era realmente un demente o trataba de aparentarlo para escapar, y el doctor donostierra, que es extraordinario por sus implicaciones psicológicas sobre las cúales tales personajes tratan de cazarse y descubrirse mutuamente en diálogos ajedrezísticos dónde las piezas del mismo se van intercambiando con exquisita lucidez...todo ello sobre aquel escenario dantesco de muerte y terror dónde el testimonio de Garabain se hace único porque al respecto no existe otro libro, otro documento igual, dónde se exponga, de manera directa y vivencial, el troglodita y nauseabundo terror de Falange
Manuel Gabarain jugó bien su papel porque más tarde sería trasladado a un hospital psiquiátrico de dónde pudo huir a la zona republicana. Quizás un día, cuando cambie la clase gobernante en el poder, de éste libro se podría hacerse, por ejemplo, una gran película. Tiene toda la materia prima para ello.
El Jefe Supremo de éstas bandas terroristas de Falange, como sabemos, junto al Terrorista del Ferrol, está glorificado en el tristemente famoso Valle de los Caídos. Nadie habla de sacar de tal basílica al promotor de la dialéctica de los puños y las pistolas.
Terror divino,
terror humano,
siempre hermanados.
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