Yo soy Hijo del Miedo.
(Cada cúal es hijo de una cosa distinta)
Y algunas de mis psicopatologías vienen de aqui.
Nací en 1940, y como muchos de mi generación
(aúnque la propia intensidad del canguelo haya hecho
borrar --en la mayoría-- la conciencia de éste pavor),
soy hijo del Miedo,
del terror,
de la "paz de Franco",
de aquel taponado,
enlutado,
silenciado horror,
el que bendecían los curas,
Dios,
la iglesia católica,
la religión,
autora y cómplice de aquel carnaval
de sufrimiento y dolor,
de aquellas miradas huídizas y furtivas
donde la pena se maquillaba
para no asomara las cornisas
de la brutal represión.
Y el niño --aquel niño que era yo--
no entendía, no entendía,
que se escondían tras aquellas miradas
huídizas y furtivas cargadas de augurios
velados y taimados que no afloraban
ni a la luz del día ni al corazón.
Quizás aquello, no sé, me formó el carácter
de querer saber , de una curiosidad por conocer
que encierran los ojos,
las miradas,
lo que se oculta,
esas puertas cerradas que invitan
a encontrar la llave para traspasarlas,
la misma que ahora trato de encontrar aqui.
(Recuerdo que mi padre,
--obrero ferroviario,
trabajador desde los doce años,
lejos de políticas, de púlpitos
y de ídolos de barro--,
testigo de sangre y de cadalsos,
durante toda su vida,
nunca me dijo nada al respecto; nunca.
Mantuvo su Miedo
bien sujeto y taponado,
intuyendo que de desatarlo
hubiéra sido imposible existir
en tal campo de concentración
que lo había momificado.
Pero un día, en la residencia de pensionistas
"Francisco Franco" del barrio de La Orden de Huelva,
a mitad de la decada de los ochenta,
dónde fuí a visitarlo,
rompió a llorar como un niño
y, señalando a varios viejos cerca de él,
los empezó a increpar de que él
los había visto en la calle,
pistola en mano,
matar gentes como perros...
Muy gordo, muy gordo...
Medio siglo después
no pudo más con su Miedo y se soltó
Nunca lo olvidaré.
A mi me costaría
otra clase de medio siglo después)
Si.
Hijo del Miedo
y de la católica represión,
que, con el paso de los años,
Esperemos,
como nos dijo don Antonio Machado,
que "Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Esperemos que esa España que muere
acabe de morir
y esa España que bosteza,
al cerrar la boca,
se muerda y se rompa la lengua,
esa misma lengua que el nuevo presidente
del PP quiere reinstituir
para seguir con el Miedo del 39
que hay que destuír.
Pero para nosotros,
los Hijos del Miedo,
no habrá reparación:
el equipaje que llevamos,
originado en la infancia y juventud,
Fons et origo de toda personalidad,
lo acarrearemos siempre.
Lo único que hemos podido hacer
es tomar conciencia de ello
y emplazarlo, como caballo de batalla,
en las grandes luchas que se avecinan.