--aparte de viajes circunvalatorios--
medio siglo de exilio
(meandros en curvas de nivel
tratando de evitar pendientes
imposibles de ascender)
ya casi no lo sentimos
pero él nos afirma a nosotros
en cualquier sitio
(tiene una memoria
muy vengativa
para éstas cosas)
es ya como un hermano
y en el momento mas inesperado
nos asalta con su lacerante
discreto encanto
buscando desfiladeros
desde donde lanzarnos sus dardos...
todo empezó en un lugar
del que no me quiero acordar
cuándo el diluvio del paro
inundaba playas y mercados
y nos tuvimos que poner en movimiento
para no naufragar y caminar
hacia peñascos más altos...
(después cuándo bajaron las aguas
desapareció lo básico
y empezamos a transcender
a buscar otros horizontes
donde la curiosidad
ensanchaba nuestros pasos)
asi nos tiraron afuera
de la casa familiar
del pájaro azul
del corral
del patio
donde las macetas de pilistras
y los geranios
jugaban con la infancia
a llevarla de la mano
y donde la dama de noche y el jazmín
embriagaban en verano
a un mundo hecho eterno
seguro inmortal inmaculo
mientras mi madre lavando las ropas
cantaba penas escondidas
que recogían nubes blancas
en aleros nostálgicos
que siempre me ayudan a crear
los discretos encantos del exilio
para que no me duelan tanto
cuándo en las calles solitarias
--en el fondo del mar--
nos preguntamos
qué hacemos aqui en éste lugar
en este osario
dónde a las reliquias
de lo que fuimos
se la comen los gusanos...
¿qué hacemos aqui en éste lugar?
y aunque parezca extraño
aqui está la clave
del discreto encanto del exilio
que no podemos explicar
y es el sentirse afuera
con todos los que dentro estan
es el no ser visto para poder mirar
es el estar con todos
pero al otro lado
donde ellos no pueden entrar
es cruzar un río ancho
muy ancho
remando a sabiendas
de que nunca vamos a llegar
observando que todos
sin saberlo
estan en ese discreto encanto del exilio
sin que lo puedan notar...