Aperezco de polizón
en el barco varado
del nuevo día,
y veo,
desde mi escondite,
que la línea de flotación
no está dónde creía,
que estamos más hundidos
de lo que los cálculos
nos indican.
Y escribo un mesaje
y lo lanzo en una botella al mar
para ver si alguíen los rectifica:
No poseemos nada.
No poseemos ni la vida.
Es la vida la que nos posee
a nosotros.
¿Entónces?
¿Qué tenemos?
No nos tenemos
ni a nosotros mismos.
Nacemos desposeídos.
Y morimos desposeídos.
Pero es precisamente
llegar a saber ésto
lo que nos hace
los poseedores más grandes
y poderosos de la vida.